Es el medicamento más consumido. No lo inventó el laboratorio Bayer, sino un francés, C. F. Gerhardt, hace 168 años. Este investigador no creyó en su éxito y la fórmula cayó en el olvido.
Gerhardt no pensó que su ácido acetilsalicílico fuera un gran paso respecto de la salicina (extracto de corteza de sauce), que aliviaba el dolor a cambio de destrozar el estómago.
Cuarenta años después, Félix Hoffman, de la Bayer, se topó con la fórmula al buscar un remedio para la artrosis de su padre. El efecto sorprendió a Hoffman y a la Bayer
En 1899 la Bayer registró la fórmula y la lanzó en forma de polvo. Ortega y Gasset llamó al siglo "la era de la aspirina".
El remedio no era totalmente nuevo: Hipócrates, Plinio, los hotentotes de África del Sur y los indios de América ya tomaban infusión de corteza de sauce contra el dolor.
Una de las reparaciones exigidas por los aliados a los alemanes tras la 1 Guerra Mundial: el derecho a usar libremente la marca aspirina.
Está registrada en 70 países. Los españoles consumen 700 millones de aspirinas al año.
En el mundo se venden unas 40.000 toneladas de ácido acetilsalicílico al año (sin contar China y la antigua URSS).
Además de la corteza de sauce, la salicina se extrae de la Spirasa ulmaria. De ahí, la marca aspirina.
Hace siglos, los herboristas destrozaban tantos sauces por recoger corteza que les prohibieron tocarlos: peligraba la industria del mimbre.
Mayor consumidor mundial: Estados Unidos. Hace unos años pensaron incluso añadir aspirina al agua del grifo.
El diminuto maletín del Apolo XI llevaba aspirina para paliar los dolores de cabeza de los astronautas. C. Berry, director de la NASA, la llamó "fármaco para la eternidad".
Para muchos norteamericanos, la aspirina alemana sigue siendo "la auténtica aspirina".
Desde los años sesenta/setenta se descubren nuevas aplicaciones: retrasa la aparición de cataratas seniles y previene la formación de cálculos biliares.
En Europa es líder contra el infarto de miocardio: el 90% de los que han sufrido un ataque son tratados con aspirina.
Aplicada seis horas después de un ataque, reduce la mortalidad en más de un 10%. Tomada diariamente a dosis bajas previene un segundo ataque.
El doctor J. Vance, del Real Colegio de Cirujanos de Londres, demostró que inhibe la acción de las prostaglandinas, con lo que evita la formación de coágulos en las arterias.
Comprobados sus efectos en la prevención de trombosis, apoplejías y ataques cerebrales.
Ventajas adicionales: no provoca hábito ni influye en la capacidad de reacción.
Problemas: la ingestión de aspirina provoca una pequeña hemorragia gástrica. Para proteger el estómago tomarla siempre con mucha agua y después de comer.