lunes, 3 de diciembre de 2012

Un lenguaje hecho de cifras


A finales de los años 50, los profesores italianos Allioni y Boella presentaron un curioso idioma que pretendía ser un lenguaje universal. Se basaba en un sistema de cifrado que permitía a cualquier persona entenderse con otra aunque no conociera su lengua. Para ello, se asignaba un número a las palabras, el mismo en cualquier idioma. Por ejemplo, luna era 3.260; noche, 4.120; y ver, 5.800. Para descodificarlo, había que buscar en un diccionario a qué correspondía cada número.

El que no pudiera hablarse y la lentitud de la transcripción condenaron el sistema al fracaso. Sin embargo, planteaba soluciones ingeniosas. Por ejemplo, los verbos se conjugaban con una raya colocada bajo el número o sobre él, según fueran en pasado o futuro.

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