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martes, 24 de noviembre de 2020

Supervivientes excepcionales arrojan pistas para mejorar los tratamientos de cáncer

 

Un 10% de las personas con tumores en estadios avanzados y metástasis responden de forma extraordinaria a los tratamientos y triplican la esperanza de vida para estos cánceres

El glioblastoma es el tumor cerebral más agresivo, común y letal. A pesar del desarrollo de tratamientos de última generación, las personas a quienes se les diagnostica tienen una esperanza de vida media de tan solo 14 meses. Sin embargo, hay excepciones. Existe un grupo muy reducido de pacientes -uno de cada 10 aproximadamente- que tienen una supervivencia al menos tres veces mayor que el resto de individuos. Cuando reciben el tratamiento, sus tumores se reducen e incluso desaparecen contra todo pronóstico. Y eso no solo ocurre en glioblastoma, sino también en otros tumores de estadio avanzado y extendidos, como mama, pulmón, páncreas, entre otros.

Durante años, ese fenómeno había sido un misterio para los médicos, que se referían de forma coloquial a este subgrupo de pacientes oncológicos como ‘Lázaro’, en referencia al personaje bíblico que vuelve a la vida. Ahora, un estudio internacional, liderado por el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) y con participación del Institut de Recerca contra la Leucèmia Josep Carreras (IJC), ha logrado desvelar parte de ese enigma.

Los glioblastomas son los tumores cerebrales más frecuentes, letales y agresivos

Han analizado las mutaciones y alteraciones genéticas y epigenéticas de 111 pacientes ‘Lázaro’ y sus resultados, publicados en la revista Cancer Cell, ofrecen datos útiles para mejorar los tratamientos actuales de cáncer.

“Lo que hemos visto es que estas personas [los respondedores excepcionales] son afortunadas, porque el tumor que tienen ha acumulado por azar defectos genéticos y epigenéticos que hacen que sea hipersensible al tratamiento y que se acabe deshaciendo, como si fuera un helado en verano”, afirma el investigador Icrea Manel Esteller, director del ICJ.

En el estudio, los científicos estudiaron muestras de tumores de estos respondedores excepcionales, su ADN, al alteraciones genéticas y epigenéticas, y también las células inmunitarias que estaban alrededor o incluso dentro de los tumores. En 26 casos fueron capaces de identificar cuatro alteraciones y mutaciones que explican el comportamiento de estos cánceres.

Para empezar, hallaron defectos moleculares que impiden a la célula cancerosa reparar su ADN, por lo que al administrar fármacos dirigidos contra la genética tumoral, las células malignas son incapaces de reparar los daños y mueren. Por ejemplo ,en el artículo científico incluyen el caso de una persona con glioblastoma, viva 10 años después de haber sido tratada con el quimioterápico temozolomide, que, precisamente, daña el ADN de las células tumorales.

En segundo lugar, vieron que algunos tumores son completamente adictos a unas determinadas vías celulares, que, si se eliminan con fármacos, impiden al tumor seguir creciendo. En tercer lugar, los investigadores observaron que algunas mutaciones permiten que el sistema inmunitario vea más fácilmente al tumor, que entonces pone en marcha una respuesta y le envía linfocitos B y las llamadas células NK o asesinas naturales a destruirlo.

Y, por último, los científicos han observado que algunos tumores, a pesar de haber generado metástasis, se dividen y crecen muy lentamente, lo que explicaría que las personas que los padecen tengan una supervivencia media superior a la de otras con tumores similares.

“Todos esos cambios moleculares en el tumor pueden explicar por qué un fármaco funciona para algunas personas, pero no para la mayoría”, señala Esteller, para quien estos resultados abren una vía prometedora para personalizar más los tratamientos para tumores de estadio avanzado y metástasis. “Podríamos pensar en inducir otras alteraciones moleculares en el tumor para crear un paciente ‘Lázaro’ que respondiera muy bien a un tratamiento diseñado, por ejemplo, contra una vía celular concreta”.

Aún así, de los 111 respondedores excepcionales del estudio, los investigadores no lograron saber qué sucedía en los 85 casos restantes. Los datos moleculares que obtuvieron no fueron suficientes para permitir extraer ninguna conclusión.

“Por el momento, solo hemos mirado expresión y mutaciones, pero no componentes celulares, modificaciones de ARN, proteómica y un largo etcétera. Incluyendo todo eso podríamos llegar a saber qué ocurre en el 50% de los casos de pacientes Lázaro”, indica Esteller, que añade que el estudio, que comenzó en 2014, continúa precisamente para intentar ampliar la muestra de pacientes y analizar más marcadores que permitan extrapolar resultados a la población general.