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martes, 26 de enero de 2021

Nace 'Renacer', un proyecto para impulsar la investigación de las metástasis cerebrales

El fin es llevar a cabo estudios básicos y clínicos que ayuden a avanzar en el desarrollo de terapias


El Grupo de Metástasis Cerebral y el Biobanco del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) han impulsado la creación de la Red Nacional de Metástasis Cerebral (Renacer), a la que se han sumado 11 hospitales españoles, con el objetivo de crear una colección de muestras humanas para impulsar la investigación de las metástasis cerebrales, de cara a mejorar tanto su diagnóstico como su tratamiento.

Así, el fin último de Renacer es llevar a cabo estudios básicos y clínicos que ayuden a avanzar en el desarrollo de terapias contra esta metástasis del cáncer que, a día de hoy, tiene limitadas opciones terapéuticas.

Previo consentimiento de los pacientes, los cirujanos extraerán muestras de tejido durante las operaciones quirúrgicas que, tras recibir el visto bueno como excedente clínico por parte de los patólogos, serán enviadas al Biobanco CNIO, donde se procesarán y almacenarán para ser puestas a disposición de la Red y de toda la comunidad investigadora.

"Trataremos de avanzar hacia el desarrollo de terapias específicamente dirigidas a tratar la metástasis cerebral, para avanzar en el tratamiento integral e inclusivo del cáncer", explica el director del Grupo de Metástasis Cerebral del CNIO y director de investigación de Renacer, Manuel Valiente. "Caracterizaremos molecularmente las muestras de los pacientes y veremos si se pueden trasladar a ensayos farmacológicos, comenzando a abordar el tratamiento personalizado de las metástasis", ha añadido.

Según explican sus impulsores, Renacer se guiará por los más altos estándares bioéticos y de calidad para asegurar el buen uso de las muestras. Además, se garantizará que los pacientes tengan voz en esta red, en una práctica novedosa de gobernanza participativa que empieza a implantarse en centros y biobancos europeos.

"Este es el siguiente paso en la modernización de los biobancos", afirma la directora científica del Biobanco CNIO e investigadora principal del proyecto y directora de gestión de Renacer, Eva Ortega-Paíno. "El paciente es quien siente y vive la enfermedad, y por lo tanto su voz debe estar representada", ha abundado.

Además de Ortega-Paíno y Valiente, también conforman el comité de dirección de Renacer el jefe de Sección de Neurooncología del Hospital Universitario 12 de Octubre, Ángel Pérez, como responsable clínico de neurocirugía; el coordinador de la Unidad Multidisciplinar de Neurooncología del Hospital Universitario 12 de Octubre y presidente del Grupo Español de Investigación en Neurooncología (GEINO), Juan Manuel Sepúlveda, como responsable clínico de oncología médica; el jefe del Servicio de Anatomía Patológica del Hospital Vall d'Hebron, Santiago Ramón y Cajal, como responsable clínico de patología; la presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC), Begoña Barragán, como responsable de pacientes; y la miembro del comité ético del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), Pilar Nicolás, como responsable de bioética.

A fecha de hoy, Renacer está formada por el Hospital 12 de Octubre (Madrid), que ha jugado un papel esencial junto a los investigadores de CNIO en la vertebración de centros colaboradores, el Hospital Universitario Vall d'Hebron (Barcelona), el Complejo Hospitalario de Navarra (Pamplona), el Hospital Universitario de Burgos, el Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona), el Complejo Hospitalario Universitario de Toledo, el Hospital Virgen del Rocío (Sevilla), el Hospital Universitario Río Hortega (Valladolid), el Hospital Universitario de la Princesa (Madrid), el Hospital Álvaro Cunqueiro (Vigo) y el Complejo Hospitalario Universitario de Albacete.

El proyecto Renacer ya ha conseguido financiación por parte del Instituto de Salud Carlos III en su convocatoria nacional para las Plataformas de Biobancos y Biomodelos para los próximos 3 años.



viernes, 11 de diciembre de 2020

Un nuevo tratamiento reduce un 31% el riesgo de metástasis en cáncer de recto

 

Los médicos han comprobado que la tasa de desaparición completa del tumor se duplicó


Un nuevo tratamiento experimental reduce el riesgo de metástasis en cáncer de recto avanzado en un 31%, según los resultados de un ensayo en fase III, que también ha demostrado que se duplica la tasa de desaparición completa del tumor, pasando del 14% al 28,3%.

Los resultados de este ensayo, en el que ha participado Vall d'Hebron a través del Vall d'Hebron Instituto de Oncología (VHIO) como uno de los máximos reclutadores internacionales, se publican en la revista 'The Lancet Oncology'.

El nuevo tratamiento experimental, en el que se aplica primero una radioterapia de corta duración como tratamiento locorregional, seguida de quimioterapia preoperatoria para mejorar el control sistémico y retrasar la cirugía, mejora los resultados de supervivencia libre de enfermedad a los tres años en pacientes con carcinoma de recto con alto riesgo de recaída local o sistémica.

Este ensayo, que ha sido multicéntrico, internacional y aleatorizado, ha tenido como coordinador en España a Andrés Cervantes, director general y científico del Instituto de Investigación Sanitaria INCLIVA, del Hospital Clínico de Valencia, y en él han participado cinco centros españoles.

"Nosotros hemos sido uno de los máximos reclutadores internacionales y por tanto hemos podido ofrecer a nuestros pacientes un tratamiento pionero que les ha permitido adelantarse prácticamente una década a lo que será el nuevo tratamiento estándar de esta enfermedad", ha explicado Jaume Capdevila, oncólogo del Hospital Vall d'Hebron e investigador del Grupo de Tumores Gastrointestinales y Endocrinos del VHIO.

Hasta ahora, el tratamiento estándar en pacientes con adenocarcinoma primario rectal consistía en radioterapia preoperatoria con quimioterapia concomitante y posterior cirugía entre las ocho y doce semanas de haber finalizado el tratamiento con quimioradioterapia. Luego se administraba quimioterapia adyuvante durante cuatro meses.

"Esta estrategia de tratamiento provocaba que los pacientes no pudieran recibir un tratamiento con quimioterapia sistémica para eliminar las micrometástasis hasta después de la cirugía, entre unos cinco y seis meses después del diagnóstico del cáncer de recto, lo que condicionaba el patrón de recaída de la enfermedad, que ya no era básicamente locorregional, si no que era a distancia, en forma de metástasis", ha dicho Capdevila.

Así, para dar tratamiento sistémico más intenso con quimioterapia de forma más precoz han modificado la estrategia para administrarla antes o después de la radioterapia y todo antes de la cirugía.

"De esta forma se está permitiendo no solo controlar la enfermedad a nivel local, si no también luchar contra las micrometástasis y aumentar las probabilidades de curación", según Capdevila.

En el ensayo han participado 912 pacientes de 54 centros de siete países -España, Holanda, Suecia, Eslovenia, Dinamarca, Noruega y EEUU- con diagnóstico de cáncer de recto localmente avanzado a los que se ha tratado con radioterapia de tanda corta -cinco días- seguido de quimioterapia sistémica -con oxaliplatino y fluoropirimidinas- durante cuatro meses y posteriormente cirugía, comparándolo con el tratamiento estándar de quimiorradioterapia y cirugía, seguido de quimioterapia adyuvante.

Además de reducir un 31 % el riesgo de metástasis con esta nueva estrategia, los médicos también han comprobado que la tasa de desaparición completa del tumor duplicó a la del tratamiento convencional: pasó del 14 % al 28,3 %.

Esta observación refuerza el potencial del tratamiento en el futuro desarrollo de una estrategia de preservación del órgano en cáncer de recto, intentando evitar la cirugía al incrementar las probabilidades de conseguir una respuesta completa tumoral con el nuevo tratamiento.



martes, 24 de noviembre de 2020

Supervivientes excepcionales arrojan pistas para mejorar los tratamientos de cáncer

 

Un 10% de las personas con tumores en estadios avanzados y metástasis responden de forma extraordinaria a los tratamientos y triplican la esperanza de vida para estos cánceres

El glioblastoma es el tumor cerebral más agresivo, común y letal. A pesar del desarrollo de tratamientos de última generación, las personas a quienes se les diagnostica tienen una esperanza de vida media de tan solo 14 meses. Sin embargo, hay excepciones. Existe un grupo muy reducido de pacientes -uno de cada 10 aproximadamente- que tienen una supervivencia al menos tres veces mayor que el resto de individuos. Cuando reciben el tratamiento, sus tumores se reducen e incluso desaparecen contra todo pronóstico. Y eso no solo ocurre en glioblastoma, sino también en otros tumores de estadio avanzado y extendidos, como mama, pulmón, páncreas, entre otros.

Durante años, ese fenómeno había sido un misterio para los médicos, que se referían de forma coloquial a este subgrupo de pacientes oncológicos como ‘Lázaro’, en referencia al personaje bíblico que vuelve a la vida. Ahora, un estudio internacional, liderado por el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) y con participación del Institut de Recerca contra la Leucèmia Josep Carreras (IJC), ha logrado desvelar parte de ese enigma.

Los glioblastomas son los tumores cerebrales más frecuentes, letales y agresivos

Han analizado las mutaciones y alteraciones genéticas y epigenéticas de 111 pacientes ‘Lázaro’ y sus resultados, publicados en la revista Cancer Cell, ofrecen datos útiles para mejorar los tratamientos actuales de cáncer.

“Lo que hemos visto es que estas personas [los respondedores excepcionales] son afortunadas, porque el tumor que tienen ha acumulado por azar defectos genéticos y epigenéticos que hacen que sea hipersensible al tratamiento y que se acabe deshaciendo, como si fuera un helado en verano”, afirma el investigador Icrea Manel Esteller, director del ICJ.

En el estudio, los científicos estudiaron muestras de tumores de estos respondedores excepcionales, su ADN, al alteraciones genéticas y epigenéticas, y también las células inmunitarias que estaban alrededor o incluso dentro de los tumores. En 26 casos fueron capaces de identificar cuatro alteraciones y mutaciones que explican el comportamiento de estos cánceres.

Para empezar, hallaron defectos moleculares que impiden a la célula cancerosa reparar su ADN, por lo que al administrar fármacos dirigidos contra la genética tumoral, las células malignas son incapaces de reparar los daños y mueren. Por ejemplo ,en el artículo científico incluyen el caso de una persona con glioblastoma, viva 10 años después de haber sido tratada con el quimioterápico temozolomide, que, precisamente, daña el ADN de las células tumorales.

En segundo lugar, vieron que algunos tumores son completamente adictos a unas determinadas vías celulares, que, si se eliminan con fármacos, impiden al tumor seguir creciendo. En tercer lugar, los investigadores observaron que algunas mutaciones permiten que el sistema inmunitario vea más fácilmente al tumor, que entonces pone en marcha una respuesta y le envía linfocitos B y las llamadas células NK o asesinas naturales a destruirlo.

Y, por último, los científicos han observado que algunos tumores, a pesar de haber generado metástasis, se dividen y crecen muy lentamente, lo que explicaría que las personas que los padecen tengan una supervivencia media superior a la de otras con tumores similares.

“Todos esos cambios moleculares en el tumor pueden explicar por qué un fármaco funciona para algunas personas, pero no para la mayoría”, señala Esteller, para quien estos resultados abren una vía prometedora para personalizar más los tratamientos para tumores de estadio avanzado y metástasis. “Podríamos pensar en inducir otras alteraciones moleculares en el tumor para crear un paciente ‘Lázaro’ que respondiera muy bien a un tratamiento diseñado, por ejemplo, contra una vía celular concreta”.

Aún así, de los 111 respondedores excepcionales del estudio, los investigadores no lograron saber qué sucedía en los 85 casos restantes. Los datos moleculares que obtuvieron no fueron suficientes para permitir extraer ninguna conclusión.

“Por el momento, solo hemos mirado expresión y mutaciones, pero no componentes celulares, modificaciones de ARN, proteómica y un largo etcétera. Incluyendo todo eso podríamos llegar a saber qué ocurre en el 50% de los casos de pacientes Lázaro”, indica Esteller, que añade que el estudio, que comenzó en 2014, continúa precisamente para intentar ampliar la muestra de pacientes y analizar más marcadores que permitan extrapolar resultados a la población general.