Imagen de Carlos Miguez Macho
CARTA A MI HIJO SOBRE EL AMOR A LOS LIBROS
El ansia brutal de interpretar lo que se esconde entre las páginas de un libro y que provoca la ironía en aquellos que en el fondo no aman los libros, la desarrollé en la edad justa, en la adolescencia.
Tuve un profesor en el Bachillerato con el que nunca aprendí mucho inglés, pero que me enseñó qué era la literatura, y lo hizo sin sacralizarla, sin colocarse en un plano de superioridad.
Ha pasado mucho tiempo y ni siquiera sé si las pocas cosas que conozco de literatura me las enseñó él o si yo le atribuyo mis conocimientos como si se tratara de una caja a medio llenar. Si soy yo el que le atribuye al profesor lo poco que sé, le regalo también, de lo que he ido aprendiendo después, los intereses de capital que me ayudó a amasar.
Espero que puedas tener la misma suerte que yo, porque sólamente ese tipo de personas podrá hacer que entiendas que la literatura, el sueño del que hablamos, no es sólo un juego intelectual, sino que es la única manera de entender el mundo, el único modo de utilizar de nuevo el cristal de la ambigüedad, ya en desuso.
No caigas en la trampa, Francesco, intentarán hacerte creer que la vida es más compleja que la literatura. No es verdad. La literatura es un mundo Análogo, donde los libros se hablan entre ellos: para entrar en él hay que ir dando saltos, de un lado a otro. Aunque después resulta difícil volver, porque los personajes seguirán hablándote, aconsejándote, haciendo que tomes decisiones. Es verdad que la vida y la literatura se entremezclan de una forma tan indisoluble como intensa.
¿Qué niño no ha imaginado en el cielo de una noche de verano, cuando no quería dormir, que veía el barco de Peter Pan? Quiero enseñarte a ver aquel velero, quiero decirte que también los libros serios, también los libros para mayores y también los que son difíciles sólo son veleros enmascarados, y tienen el mismo encanto que el velero de polvo de oro de Peter Pan. Y además, ¿sabes una cosa?, Francesco, apréndetelo bien: fíate de quien ama la lectura, fíate de quien siempre lleva consigo un libro de poesía. Mira con recelo a quien te diga que no tiene tiempo, que la literatura es algo hermoso, pero que sólo se leé cuando se es joven, y luego….miente, no le importa nada. Miente sabiendo que miente….
Roberto Cotroneo
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