Mostrando entradas con la etiqueta Atropello. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Atropello. Mostrar todas las entradas

domingo, 23 de diciembre de 2012

Alto riesgo sobre dos ruedas



Los atropellos a ciclistas en carretera han costado 47 vidas este año 

 Juan Antonio García Muñoz, hoy de 67 años, no llegó a ver la cara del conductor que le arrolló cuando circulaba por un carril bici en Santiago de la Ribera, el pueblo de Murcia donde solía veranear con su familia. Estaba tendido en el suelo, inmóvil; la bicicleta de paseo, destrozada a unos pocos metros. Un hombre se le acercaba y le decía que llamaría a una ambulancia. Otra voz sonaba cerca y decía: “Qué he hecho, Dios mío”. 

 Esos son los únicos recuerdos que tiene del accidente. Fue el 3 de agosto de 2010. El vehículo se abalanzó sobre él tras saltarse supuestamente un stop. Juan Antonio cayó mal y se rompió la médula. Quedó tetrapléjico. Sufre una fuerte depresión. 

 Ese mismo año, el último del que hay datos oficiales publicados, murieron en España 67 ciclistas, 49 de ellos en carretera y 18 en zona urbana, un 20% más que el año anterior (aunque muy lejos de los más de 100 muertos anuales, de la década de los noventa). La historia de Juan Antonio García Muñoz resume lo que las asociaciones, clubes de ciclistas y expertos han denunciado en los últimos años: la falta de respeto hacia el que circula en bicicleta. España es el país europeo con más accidentes con ciclistas implicados (3.600 en 2010, según la Fundación Mapfre). Las cifras y las muertes recientes de los ciclistas profesionales Iñaki Lejarreta y Víctor Cabedo han hecho que el colectivo alce la voz con más fuerza para pedir soluciones urgentes. 

 “Sabemos que el problema fundamental está en la educación vial. Somos conscientes de que ahora no se pueden construir carriles bici por todas las carreteras españolas, pero hay cosas sencillas que se pueden hacer y no se están haciendo”, señala Alfonso Triviño, de la Asociación de Ciclistas Profesionales. 

 En el caso de Juan Antonio García Muñoz, el carril bici no sirvió para nada. Acababan de estrenarlo en el pueblo y el ciclista sexagenario se sentía más seguro que en los veranos previos. El conductor negó que fuese su culpa. “Estamos esperando todavía la fecha de juicio”, dicen Manuel y Marisa, hermanos de Juan Antonio. 

 Toda la familia ha gastado el dinero de sus planes de pensiones y el negocio que poseen, una pastelería en Madrid, para pagar la lenta rehabilitación de su hermano en la Fundación del Lesionado Medular. La normativa de la Comunidad de Madrid solo subvenciona hasta los 65 años, así que tienen que pagar 3.550 euros al mes para que Juan Antonio sea atendido. Tampoco han recibido las ayudas a dependientes. “Solo podemos estar aquí hasta febrero. Luego no sé qué vamos a hacer”, se lamenta Manuel, muy preocupado por lo que pueda ocurrir en el juicio. “Sería una injusticia que no nos dieran lo suficiente para ayudarle. A nuestro hermano le partió la vida un conductor que no respetó la preferencia”, afirma. 

 El único estudio serio que existe sobre la casuística de los accidentes de ciclistas es ya antiguo, de 2003, pero muchas de sus conclusiones son todavía válidas según los expertos consultados. El informe, dirigido por el técnico de laboratorio de la Universidad Politécnica de Valencia José Villena, establecía, por ejemplo, que la mayoría de los ciclistas no estaban haciendo ninguna maniobra especial y seguían simplemente una ruta en el momento del accidente. El perfil del ciclista accidentado era, entonces y ahora, el de un hombre que circula de día en solitario por una carretera convencional, en vías con arcén de menos de metro y medio, inexistente o impracticable. “Pudimos demostrar lo vulnerables que son los ciclistas en las vías públicas”, comenta Villena. “Entonces se concienciaba más a través de los medios. Es necesario hacer ver al conductor de un coche que cuando se encuentra con un ciclista debe pensar que es como si se encontrara con un tractor”. 

 Esa imagen del tractor viene a decir que los automovilistas solo tienden a dejar los 1,5 metros de separación al adelantar cuando ven peligro de estamparse contra algo pesado. “Todo es un problema de educación vial”, insiste Villena, que también recuerda que los ciclistas jóvenes de 16 años son el grupo de mayor siniestralidad. “Estamos autorizando a gente sin formación a circular por las vías públicas. Hay que reforzar la seguridad vial en general, también la de los peatones”. 

 Las asociaciones de ciclistas reclaman más campañas de sensibilización a la DGT. Consideran que los distintos Gobiernos no han fomentado el uso de la bicicleta al ritmo que otros países y señalan la necesidad de insistir en el respeto por el ciclista. “No es cierto que no hayamos hecho campañas de sensibilización. Acabamos de lanzar la campaña anual en la que visualizamos la importancia que damos a la seguridad del ciclista”, asegura Mónica Colás, subdirectora general de Intervención y Políticas Viales. La DGT prepara una reforma del reglamento general de circulación que podría estar aprobada en el segundo semestre de 2013. Colás adelanta que se tendrán en cuenta muchas de las demandas del sector para proteger a los ciclistas. “Vamos a introducir límites de 20 y 30 kilómetros por hora en determinadas calles de las zonas urbanas para facilitar la convivencia. Buscamos la seguridad de todos. Todos tenemos que poner de nuestra parte y todos tenemos que ceder, también los ciclistas. Se pretende que formen parte del tráfico como los demás y nos preocupa el hecho de que no tienen formación en materia de normas y seguridad vial”, señala.

 Este año llevamos 47 ciclistas muertos solo en carretera —el último, un interno de la prisión de La Torrecica, que estaba en tercer grado (solo iba a dormir a la cárcel) y fue atropellado el viernes por una furgoneta—. “Con noticias de estas te das cuenta de lo débil que eres en carretera. Salir a entrenar es jugarse la vida”, señala Antonio Piedra, ganador de la etapa de los Lagos de Covadonga en la pasada Vuelta a España y que sufrió dos accidentes en 2008. En el primero, en marzo, una mujer abrió la puerta cuando él pasaba. Meses después, un coche no respetó un stop y Piedra saltó por los aires. “Tuve suerte. Podría haber sido grave”, dice. 

 En el gimnasio de la Fundación de Lesionados Medulares, los fisioterapeutas ponen a Juan Antonio García Muñoz de pie en una camilla movible. El hombre habla con dificultad. Tampoco oye muy bien. Antes del accidente le habían puesto un implante coclear que con el accidente quedó inservible. “Está aislado. Y eso es lo que me preocupa. Necesita mucha ayuda”, dice Manuel. Sus hermanos y él han tenido que ensanchar puertas y adaptar la casa para cuidar de Juan Antonio. Tampoco ellos han visto la cara del conductor que le atropelló. “Sabemos que hablaron con él y le dijeron que mi hermano había quedado tetrapléjico. Él solo dijo: ‘Vale”.

lunes, 1 de octubre de 2012

Ciclistas en la jungla


España es líder europeo de accidentes con bicicletas implicadas Sus diferentes usos no están regulados en carretera. 

 Bridget Driscoll tenía 44 años y dos hijos cuando murió atropellada por un coche en Inglaterra. La máquina infernal que acabó con su vida circulaba a la velocidad “tremenda”, según el forense, de 7 km por hora. El conductor, Arturo Edsell, con tres semanas de experiencia, era quien pilotaba el coche de la compañía anglo-francesa Roger-Benz en una demostración del nuevo invento mecánico. “Nunca más volverá a ocurrir”, dijo el forense tras concluir la investigación, aunque Arturo fue absuelto al considerar el incidente como “una muerte accidental”. Fue la primera persona fallecida por el efecto de aquellos artefactos con motor de combustión que originaron a finales del siglo XIX una asociación en Francia llamada Liga contra el automovilismo y otra en EE UU conocida como Enemigos de las máquinas infernales. Tras el peatón llegó el ciclista. En 1899, en Nueva York, un coche atropelló a uno y le fracturó la pierna. El conductor pasó una noche en la cárcel y luego fue liberado por ser “un hecho accidental”. 

 Desde el principio, el coche fue considerado el futuro y la bicicleta, el pasado rural. La convivencia, en tales circunstancias, tenía necesariamente que ser difícil. En España no es pacífica. Víctor Cabedo, profesional del Euskaltel, ha sido el último ciclista atropellado y muerto en un entrenamiento. Samuel Sánchez, compañero de equipo y medalla de oro en los Juegos Olímpicos, relata su desconcierto: “Nunca sabes cómo acertar. Yo había entrenado con él en esa misma carretera en Castellón, por la que pasa como mucho un coche cada tres horas. Te parece una carretera segura por la poca densidad de tráfico, y ya ves...”. Y lo dice tras regresar de un entrenamiento en Asturias en el que se ha caído. “Llovía y la mezcla de aceite, lluvia y el frenazo del coche que me precedía me ha llevado al suelo. No ha sido nada, pero...”. Culpa de nadie, pero el miedo impera en los profesionales que entrenan y amateurs que circulan por carretera. 

 No en vano España ha incrementado entre 2009 y 2010 el 20% el nivel de fallecidos en accidentes entre ciclistas y coches, tras haber experimentado un descenso en los años anteriores de un 39%, según un estudio de la Fundación Mapfre sobre seguridad vial. 

 Lo cierto es que lidera el ránking europeo de accidentes con ciclistas implicados, 3.600, una cifra que a veces se quiere explicar por el incremento del uso de la bicicleta en las ciudades “pero que no se soporta por sí misma”, según Mario Arnaldo, presidente de Automovilistas Europeos Asociados. “Hace 50 años también había un parque menor de coches en España y, sin embargo, ahora, con muchos más vehículos, la siniestralidad se ha reducido. El volumen de coches y bicicletas no es la causa”, dice. 

 En España hay aproximadamente tres millones de usuarios de bicicleta, una cifra infinitamente menor a la de países donde la bicicleta es la reina y está insertada en la sociedad como elemento de transporte, y no solo lúdico o deportivo. Holanda es la campeona de Europa en la adoración a la bicicleta. “Allí”, dice Samuel Sánchez, “el respeto máximo es a la bicicleta más que al ciclista. Allí te pitan si te sales del carril bici, para que te protejas, y jamás te adelantan si no es el momento apropiado. Para ellos la bicicleta es un elemento más de la carretera como medio de transporte, como actividad deportiva o lúdica. En España aún no hay una cultura de que el coche puede frenar, esperar y acelerar en apenas unos segundos. A los ciclistas eso mismo nos cuesta un mundo. Por no hablar del rebufo que deja un coche cuando te adelanta. Los conductores no saben que el rebufo te puede tirar”. 

 Hay más elementos descontrolados. Al prometedor ciclista Antonio Martín, fallecido en 1994, se lo llevó de este mundo un adelantamiento de un camión que le golpeó con el espejo retrovisor. Un automovilista veterano recuerda: “Mi problema con el furgón que tengo es que la altura de los retrovisores es equivalente a la de la cabeza de un ciclista o un motorista. Cuando adelantas tienes que pensar no solo en el rebufo sino en la posibilidad de golpearle con el espejo”. 

 “Lo que hay que resolver en España es la organización de la bicicleta en las carreteras”, afirma Arnaldo. “Hay que separar lo que es la actividad ciclista deportiva, la urbana, como medio de transporte, y la lúdica. Y aquí todo se ha acumulado. Hoy en día un niño de siete años podría circular por una autovía [está permitido], cuando la autovía es una carretera para desarrollar altas velocidades. El afán por divulgar el uso de la bicicleta ha llevado a extremos insospechados de confusión. Hay que prever los distintos usos de la bicicleta y considerar que las carreteras son de todos, pero tienen usos distintos y la racionalidad de los mismos tiene que ser distinta. Hay que prever las bicicletas en la urbe o en la carretera como hay que prever la circulación de jinetes, o de ganado o de peatones, porque no hay usos exclusivos. Y ahí es donde falla la legislación española, amén de tener tantas reglamentaciones distintas como ordenanzas municipales. Hace falta una reglamentación de circulación única”, asegura. “Hay municipios donde se puede circular en grupo y municipios donde no. No puede ser”. 

 La Dirección General de Tráfico está trabajando en la reforma del Reglamento de Circulación que podría incluir la utilización del casco en las vías urbanas, como ya ocurre en las carreteras generales. Las asociaciones ciclistas se oponen porque consideran que eso desincentivaría el uso de la bicicleta en la ciudad y para ello buscaron el apoyo de los grupos parlamentarios ante la iniciativa del Gobierno. Sin embargo, casi la tercera parte de los ciclistas fallecidos en 2010 lo fueron en carreteras urbanas y secundarias, donde quizás el casco pudiera haber evitado algunas muertes. Ese es el debate. Arnaldo cree que “hay que huir de los grupos de presión, sean los que sean, y aplicar criterios formativos y organizativos”. 

 La bici se ha puesto de moda, pero la conciencia no se ha ajustado a la moda. “A mí ya me ha ocurrido tener que salir corriendo porque un camionero se bajó con una llave inglesa porque le criticamos su actitud en la carretera”, recuerda un exciclista profesional. “Tuvimos que salir esprintando porque aquello pintaba muy mal y durante unos días no volvimos por esa ruta, no fuera que el camionero la frecuentara”. La alternativa natural son los carriles bici. Pero el problema es la financiación. “El kilómetro sale muy caro, el ejemplo es Londres, a la que le salió a 170.000 euros el kilómetro y, en estos momentos, la financiación es complicada. Es lo ideal, pero es caro . 

 El aumento de accidentes en España no cabe atribuirlo solo a las máquinas de cuatro ruedas. “Es verdad que a veces los ciclistas tampoco saben rodar como se debe en una carretera y convierten la indefensión en su único argumento”, dice Samuel Sánchez. 

 Los datos explican en cualquier caso que es mejor ser holandés que español cuando de andar en bici se trata; que, como decía Fernando Fernán Gómez en su obra de teatro Las bicicletas son para el verano, no parece el mejor eslogan para la DGT teniendo en cuenta que julio es el mes con más siniestralidad ciclista en las carreteras y que las secundarias, presuntamente menos densas, no son las más seguras. 

 Las soluciones son complejas. Más que por la normativa, los afectados apuestan por el intangible de la cultura y la conciencia. 

 “Hay que diversificar las soluciones según el uso de las carreteras y de la bicicleta”, afirma Arnaldo. “Es curioso, pero igual hay que hacer como en Holanda, donde se respeta la bicicleta como concepto. Pero es que allí es un elemento de transporte, de vida cotidiana. Y en España, no”, intuye Sánchez, que como todos los ciclistas profesionales tienen más miedo a entrenar que a disputar carreras profesionales, más controladas aunque tampoco exentas de riesgos. 

 La realidad y el deseo se enfrentan. De un lado, el espíritu verde exige más uso de la bicicleta, pero el espíritu gris de la realidad devuelve a un panorama sombrío donde el coche es el rey de la carretera, hecha a su medida, donde la bici, el tractor, el jinete, el ganado, son un obstáculo. “Nosotros a veces huimos de determinadas rutas, adecuadas para el entrenamiento, por su grado de peligrosidad o de aquel camionero irascible”, recuerda el exciclista. 

 Consideran los ciclistas que a diferencia de la calle, ya de todos, las carreteras aún no son comunitarias y las jerarquías se imponen. Los ciclistas solo ganan a los peatones en el lamentable ránking de los perdedores. Si Bridget Driscoll levantara la cabeza...

¡Respeto! 
 PEDRO HORRILLO 

Es el tema de siempre, la eterna cuestión cuando a la hora de salir a pedalear a la carretera se trata: la seguridad. Y da lo mismo que seas un profesional que sale a hacer su trabajo, un cicloturista que salga a disfrutar de su afición, o un ciclista urbano que utilice la bicicleta como medio de locomoción. Es la jungla, los peligros acechan donde menos te lo esperas, y si hay alguien que sale perdiendo, ese siempre vas a ser tú. El ciclista sale a disfrutar de la bici tratando de esquivar las situaciones de conflicto, buscando carreteras poco transitadas y huyendo de las grandes aglomeraciones, pero a nada que haga los kilómetros suficientes, siempre se encontrará con algún conductor que se tome la cuestión como una auténtica guerra. 

La gran mayoría de los ciclistas somos además conductores. Y cuando circulamos en un vehículo de motor y nos encontramos con una bicicleta, tenemos empatía, pues sabemos bien cómo se vive todo eso desde las dos ruedas. Así que por norma general tratamos de respetar las normas para que la carretera sea un espacio de convivencia. Pero hay conductores —una minoría, es cierto, pero raro es el día en el que no te encuentras con uno de ellos— que sienten auténtica fobia por los ciclistas y que se encargan de demostrártelo con maniobras intimidatorias —cierres, volantazos, frenazos, violentos toques de claxon— que pueden suponer un grave riesgo para tu integridad. Muchas veces además, como sucede con respecto al hecho de circular en paralelo, desconociendo por completo las normas y tomándose la justicia por su mano. Justicia del poderoso; el de las cuatro ruedas con la carrocería de chapa, contra el débil —siempre el ciclista— cuya carrocería es su propia piel. 

Y yo lo veo como un problema de educación y civismo, pues aún hay gente que piensa que la carretera es para los vehículos de motor, y las bicis que se vayan a otra parte, sin importarles para nada el dónde y mucho menos preguntarse el porqué. El metro y medio de separación a la hora de adelantarnos, es una norma que rara vez vemos que se cumple. A pesar de que los conductores están autorizados a pisar la raya continua en el caso de que sea necesario, pero eso hay muchos que no lo saben. El circular en paralelo —es por vuestra seguridad, nos recuerdan en las cuñas radiofónicas de concienciación— se convierte en el caballo de batalla diario con conductores que desconocen por completo la normativa. El uso de los intermitentes por parte de algunos conductores es nulo. En las rotondas, muchos no saben que un grupo de ciclistas se considera un conjunto en sí mismo; si el primero tiene prioridad, la prioridad permanece hasta que cruza el último, pero hay conductores que o bien lo desconocen, o a los que les puede la urticaria de que uno sin motor y con dos ruedas se le adelante a él con su todopoderoso vehículo de muchísimos caballos. Y que decir de los trayectos urbanos en los que estás expuesto a que la puerta de un vehículo se abra delante de tu morro… 

Así se vive esta guerra —en la que nosotros los ciclistas no queremos participar, pero no nos queda otra que cumplir con nuestro papel de víctimas— desde la bici. Y los ciclistas no somos ningunos santos, también cometemos nuestras imprudencias, pero ese no es argumento suficiente para que tengamos que pagarlo con nuestro pellejo, como algún conductor cree. Hace poco, a cuenta del desgraciado fallecimiento de Víctor Cabedo, leía a Óscar Pereiro: “Cuando sales a entrenar siempre tienes la duda de si volverás”. Es así de triste, pero rigurosamente cierto. Con el tiempo asumes que ese riesgo está ahí y que tienes que tomarlo como precio a pagar por tu afición. Pero prefieres obviarlo y no pensar demasiado en ello, pues en caso contrario, se te quitan las ganas de salir un día más a la carretera. Pero no, seguiremos haciendo lo que nos gusta, que es andar en bici, alzando la voz cada vez que esté en nuestra mano: tan solo pedimos respeto, ni más ni menos. No parece mucho pedir, pero sí que lo es viendo el trabajo que a algunos les cuesta respetarnos. 

Pedro Horrillo es exciclista profesional.