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lunes, 21 de diciembre de 2020

La apatía puede ser un síntoma temprano de la demencia, según un estudio

 

La apatía, una falta de interés, emoción o motivación incapacitante podría ser un marcador temprano de demencia en familias en riesgo, revela un estudio recogido por Science Alert.

Siguiendo a 600 personas durante dos años, la investigación reveló que la apatía ocurrió pronto, empeoró con el tiempo y predijo una disminución en la función cerebral en personas que habían heredado un riesgo genético de demencia pero que por lo demás estaban sanas.

Existen muchas formas de demencia, que es un término genérico para una colección de síntomas causados por trastornos cerebrales.

Aunque todas las formas son debilitantes y la enfermedad de Alzheimer es la más común, este estudio se centra solo en una: la demencia frontotemporal (DFT), que a menudo se diagnostica entre los 45 y los 65 años de edad.

La demencia, en conjunto, afecta a alrededor de 50 millones de personas en todo el mundo, y los factores de riesgo son bien conocidos: la edad es el número uno, además de una mala salud cardíaca y la inactividad física, particularmente en la mediana edad, pueden aumentar su riesgo.

El reto de la primera etapa

Pero reconocer cuándo se produce la demencia sigue siendo un gran desafío. Gran parte de la investigación se centra directamente en comprender cómo se desarrolla la demencia en sus primeras etapas, buscando la aparición de sus primeros síntomas sutiles, que pueden variar.

Encontrar los primeros signos de advertencia de la demencia significa que los médicos y las familias tendrían la oportunidad de intervenir, todavía no con una prevención o cura, sino para ayudar a las personas a obtener la atención de apoyo que necesitan, siempre y cuando se les diagnostique la afección.

También podría usarse para mejorar el diseño de ensayos clínicos que empleen a personas con demencia temprana.

"De otras investigaciones, se sabe que en los pacientes con demencia frontotemporal, la apatía es una mala señal en términos de la vida independiente y la supervivencia", dijo el neurocientífico clínico James Rowe, de la Universidad de Cambridge. "Aquí mostramos su importancia en las décadas previas al inicio de los síntomas", añade.

La apatía es una característica común de la FTD, entre otros síntomas como cambios inusuales en el estado de ánimo y el comportamiento, dificultad para hacer buenos juicios e impulsividad.

En este estudio, las personas con riesgo de desarrollar FTD mostraron signos de apatía años antes de que los médicos esperaran ver otros síntomas, según su edad.

"También vimos una contracción del cerebro local en áreas que apoyan la motivación y la iniciativa, muchos años antes de la aparición esperada de los síntomas", dijo Maura Malpetti, neurocientífica cognitiva de la Universidad de Cambridge.

El vínculo entre el encogimiento del cerebro, llamado atrofia, y la apatía se ha establecido antes en personas que muestran síntomas de FTD.

Lo nuevo aquí es rastrear la apatía desde que surge por primera vez en personas con riesgo genético de FTD, pero que no tienen otros síntomas y están sanas, para ver si la apatía predice la aparición de la demencia y el deterioro cognitivo que sigue.

Así se hizo el estudio

En este estudio, unas 300 personas portadoras de un gen defectuoso que causa FTD, y aproximadamente el mismo número de sus parientes (que carecían de cualquier falla genética), fueron contactadas a través de la Iniciativa de demencia Frontotemporal Genética, un colectivo de investigación que estudia a las familias afectadas por FTD.

Las personas fueron evaluadas tres veces durante dos años, con escáneres cerebrales, medidas de apatía y pruebas de función cognitiva, incluida la memoria.

"Al principio, aunque los participantes con una mutación genética se sentían bien y no tenían síntomas, mostraban mayores niveles de apatía", dijo Rogier Kievit, otro neurocientífico cognitivo de la Universidad de Cambridge que participó en el estudio. "La cantidad de apatía predijo problemas cognitivos en los años venideros", añade.

Los investigadores observaron cómo la apatía empeoraba entre los portadores del gen FTD y sus capacidades cognitivas se deterioraban durante dos años, más que otros miembros de la familia en el estudio y más severamente en los participantes mayores.

"La apatía progresa mucho más rápido para aquellas personas que sabemos que tienen un mayor riesgo de desarrollar demencia frontotemporal, y esto está relacionado con una mayor atrofia en el cerebro", dijo Kievit.

Todo esto puede parecer prometedor, que la apatía podría predecir la aparición de la demencia, pero el estudio analizó específicamente la apatía en personas con un factor de riesgo genético identificable para FTD, y ninguna otra forma de demencia, y no en la población general. Además, ningún síntoma por sí solo indica demencia.

También puede ser complicado distinguir la apatía de la depresión, otro síntoma de la demencia y una condición caracterizada por la falta de energía. Para evitar confusiones, los investigadores de este estudio utilizaron dos herramientas validadas diferentes para medir la apatía y la depresión por separado.

Pero también hay otras causas de apatía no relacionadas, como las deficiencias hormonales, que no deben pasarse por alto, como reconocieron los investigadores.

"Hay muchas razones por las que alguien se siente apático. Pero los médicos deben tener en cuenta la posibilidad de que la apatía presagie una demencia y aumente las posibilidades de demencia si no se atiende, en particular si alguien tiene antecedentes familiares de demencia", dijo Rowe.

"Tratar la demencia es un desafío, pero cuanto antes podamos diagnosticar la enfermedad, mayor será nuestra ventana de oportunidad para tratar de intervenir y frenar o detener su progreso", concluye.


viernes, 18 de enero de 2013

Investigadores españoles diseñan una vacuna contra el alzhéimer



El tratamiento, que podría comercializarse en diez años, es efectivo en un 50% de casos. Los buenos resultados en ratones han permitido obtener la patente de fabricación en Estados Unidos.

La lucha contra el alzhéimer sigue avanzando. Prueba de ello es el diseño de una vacuna contra esta enfermedad neurodegenerativa desarrollada por un grupo de investigadores españoles del Centro de Investigación Biomédica EuroEspes liderado por el doctor Ramón Cacabelos. Una vacuna que ha resultado exitosa en animales y ya ha logrado la patente para su fabricación en EE UU, donde empezarán los ensayos clínicos que en caso de ser favorables, permitirían su comercialización en ocho o diez años. 

"El alzhéimer es una enfermedad incurable y hereditaria", aseguró este jueves el doctor Arturo Fernández-Cruz, catedrático de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid en la presentación de los resultados de la investigación. Y es que lo datos son preocupantes. El alzhéimer en España afecta a entre 500.000 y 1,3 millones de personas. La cifra se dispara a 36 millones a nivel mundial. Una cantidad que puede alcanzar los 115 millones en 2050. De hecho, cada cuatro segundos un nuevo caso se manifiesta. "Es una de las enfermedades que más daña nuestra dignidad como seres humanos", ha afirmado el doctor Cacabelos, director de la investigación. De hecho, es el cuarto problema de salud con mayor incidencia. 

El alzhéimer provoca la atrofia y muerte prematura de las neuronas. Además, aunque el envejecimiento es un factor de riesgo, el desarrollo de la enfermedad depende del genoma de cada individuo. Sin embargo, como ha recordado el doctor Cacabelos, "existen más de 600 genes relacionados con el desarrollo de la enfermedad". 

La investigación del equipo español ha logrado desarrollar la vacuna EB-101 con carácter preventivo y terapéutico. En la fase de estudio en ratones ha logrado importantes resultados. Los animales inmunizados no desarrollaron la enfermedad y en aquellos que ya manifestaban síntomas del alzhéimer antes de la vacunación, se logró reducir la evolución de este mal. "Hasta el momento, todo lo que hizo fracasar a las vacunas anteriores lo hemos evitado", ha asegurado el doctor Cacabelos. Y es que en las pruebas los roedores no se sufrieron hemorragias cerebrales o reacciones neuroinflamatorias que acabaron con los ensayos anteriores. 

Varias dosis 

"Cuando la enfermedad da síntomas en la vejez, la cantidad de neuronas ha muerto es tan grande que los tratamientos terapéuticos son minimizados. Por tanto, la clave está en la prevención", ha advertido el doctor Cacabelos. Y es ahí donde actúa su vacuna que tendría que inocularse a los 35 años en casos de grave riesgos (por motivos genéticos o hereditarios) o a los 45 en historiales normales. Además, no se trataría de una sola dosis, sino que se trataría de tandas establecidas en meses. En cualquier caso, el siguiente paso es el ensayo clínico en humanos, que se desarrollará en Estados Unidos en los próximos meses. 

Sin embargo, si llega a comercializarse la vacuna EB-101, no significaría la curación del alzhéimer. El propio doctor Cacabelos ha pedido prudencia al explicar que el tratamiento solo sería válida en el 40% o 50% de los casos. El resto necesitaría estrategias diferentes aún por desarrollar. Pese a ello, sería una auténtica revolución.