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jueves, 13 de enero de 2022

La joya de Arabia Saudí, abierta al público

 


Mada'in Saleh, parecida a la Petra de Jordania, ha permanecido cerrada durante 2.000 años

Esta antigua ciudad situada en el desierto saudí se ha colado en la lista de destinos de los amantes de viajar a lugares exóticos del mundo. Conocida como Mada'in Saleh o Hegra, se trata  de un yacimiento arqueológico atribuido a la civilización nabatea y, en su época, fue un importante centro de comercio. Mada'in Saleh se parece mucho a la famosísima ciudad de Petra, en Jordania, también construida por los  nabateos.

Después de 2.000 años cerrada a cal y canto y, por tanto, relativamente intacta, el Gobierno de Arabia Saudí decidió abrir al público el enclave, con la seguridad de que va a convertirse en un importante reclamo turístico en un país con esta industria poco explotada.

Según los arqueólogos, se sabe poco de la civilización nabatea, ya que no existen libros ni fuentes escritas que expliquen cómo vivían y en qué dioses creían. Solo se conocen las referencias de los pueblos que tuvieron contacto comercial con ellos: griegos, egipcios y romanos.

jueves, 6 de mayo de 2021

Descubren una lanza de 300.000 años

 

Es, probablemente, el arma de caza más antigua de la humanidad y mide 64,5 centímetros


Después de cuatro años de análisis y estudio de esta lanza, en el año 2020, un equipo multidisciplinar, codirigido por los arqueólogos Nicholas Conard y Jordi Serangeli, hizo público el sorprendente resultado de sus investigaciones que revelaron que este bastón tiene 300.000 años y podría ser el arma más antigua jamás encontrada.

Lo que hace a este trozo de madera de abeto tan especial es que es el primero de la historia que, con absoluta seguridad, se usó como arma de caza. Entre otros datos, los estudios indican que era eficaz hasta a 100 metros de distancia y que fue moldeada con sílex. "A través de esta lanza podemos observar la inteligencia de sus creadores, porque detrás hay una estrategia de planificación", explica Serangeli.


domingo, 27 de diciembre de 2020

Descubren en Pompeya un termopolio, un restaurante aún con restos de comida

 

El área arqueológica de Pompeya, la ciudad destruida en el 79 d. C. por la erupción del Vesubio, no deja de sorprender. Este sábado se ha comunicado el hallazgo de un termopolio, el lugar donde se servía comida y bebida a los habitantes, intacto y decorado y con aún restos de alimentos.

El ministerio de Cultura italiano y el área arqueológica han anunciado lo que consideraron "otro descubrimiento extraordinario en Pompeya, en las nuevas excavaciones emprendidas dentro del proyecto de mantenimiento y restauración de la Regio V".

Se trata de termopolio, donde se solía servir comida a las clases más bajas de la ciudad, perfectamente conservado con el mostrador con la imagen de una ninfa marina a caballo y otros animales con colores tan brillantes que parecen tridimensionales, han explicado.

Pero lo que más ha sorprendido a los arqueólogos es el descubrimiento en los envases con restos de esta comida que se vendía en la calle y que es el origen de la "comida para llevar".

De hecho, era costumbre de los pompeyanos consumir alimentos y bebidas calientes al aire libre y los arqueólogos y expertos que trabajan en el parque arqueológico de Pompeya ya están estudiando el material para comprobar cuánto este descubrimiento puede ampliar el conocimiento sobre los hábitos alimentarios de la época romana.

"Además de ser un testimonio más de la vida cotidiana en Pompeya, las posibilidades de análisis de este termopolio son excepcionales, pues por primera vez se ha excavado todo un entorno con metodologías y tecnologías de vanguardia que están devolviendo datos inéditos", ha explicado Massimo Osanna, director general del Parque Arqueológico de Pompeya.

Ahora con un trabajo interdisciplinario se realizarán varios análisis en el laboratorio para conocer el contenido de las "dolia", los recipientes de barro en los que se cocinaba la comida en la antigua Roma.

Las decoraciones del mostrador del termopolio —las primeras en emerger de la excavación— muestran en el frente la imagen de una nereida (ninfa) a caballo en un entorno marino y, en el lado más corto, la ilustración probablemente de la misma tienda como un letrero comercial.
Además, en el termopolio se encontraron diferentes materiales de despensa y de transporte: nueve ánforas, un recipiente en bronce, dos frascos y una olla de cerámica.

El suelo de toda la sala está formado por el llamado "cocciopesto", un revestimiento impermeable formado por fragmentos de terracota en el que se han insertado fragmentos de mármol policromado en algunos puntos.

Los termopolios, donde se servían bebidas y comida caliente, como indica el nombre de origen griego, conservados en grandes dolia (tarros) incrustados en el mostrador de mampostería, eran muy habituales en el mundo romano, donde era costumbre consumir el prandium (la comida) al aire libre.

Solo en Pompeya hay unos ochenta, pero ninguno con el mostrador completamente pintado, lo que confirma la naturaleza excepcional del hallazgo.

El primer análisis de los alimentos

Los primeros análisis confirman que las pinturas del mostrador representan, al menos en parte, los alimentos y bebidas que realmente se vendían dentro del termopolio: dos ánades reales están representados entre los cuadros del mostrador y, de hecho, se ha encontrado un fragmento de hueso de pato dentro de uno de los recipientes, junto con cerdo, cabras, pescados y caracoles de tierra, atestiguando la gran variedad de productos de origen animal utilizados para la elaboración de los platos.

Por otro lado, los primeros análisis arqueobotánicos permitieron identificar fragmentos de roble caducifolio, probablemente pertenecientes a elementos estructurales de la encimera.

En el fondo de un dolio, identificado como un recipiente de vino en la base de la botella para beber, que se encuentra en el interior, se identificó la presencia de habas, intencionalmente molidas, que como aseguraba Apicius se utilizaron para modificar el sabor y el color del vino, blanqueándolo.

Otro dato interesante es el descubrimiento de huesos humanos, hallados parcialmente alterados por el paso de túneles realizados en la época moderna por excavadoras clandestinas en busca de objetos preciosos.

Algunos son de un individuo de al menos 50 años que probablemente estuvo posicionado sobre un lecho del que quedan rastros al momento de la llegada de la corriente piroclástica que arrasó la ciudad.

Otros huesos, aún por investigar, pertenecen a un segundo individuo y fueron encontrados dentro de un gran dolio, quizás colocado allí por los primeros excavadores.


jueves, 28 de marzo de 2019

La leyenda del general Custer fue un cuento


Otro mito derrumbado. Tras diez años de estudios arqueológicos sobre restos  de balas, flechas indias y huesos humanos, el antropólogo estadounidense Richard Allan Fox se atrevió a cuestionar la imagen del héroe más famoso del Oeste americano: el general Custer. Según Fox, a juzgar por los errores tácticos que cometió en la batalla contra los indios de Little Bighorn, en 1876, él fue el único responsable de la desintegración del Séptimo de Caballería.

Para empezar, el combate ni fue cuerpo a cuerpo ni tan heroico como dicen. El general cometió la equivocación de dispersar  a sus tropas, por lo que  dos compañías cayeron bajo el fuego de repetición de sus enemigos en una quebrada y otras dos más alejadas fueron exterminadas a distancia. Los indios accedieron por fin al puesto de mando, donde solo resistían 60 soldados, de los 210 que integraban el batallón original. Ninguno de los hombres de Custer sobrevivió para contar la verdad, pero las últimas investigaciones revelaron, para mayor escarnio, que el valiente batallón encontró su trágico final mientras perseguía a un grupo de mujeres y niños que abandonaba un pueblo.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Machu Picchu se llamaba Patallaqta


Una crónica sobre la conquista podría confirmar el nombre inca de este enclave andino

La ciudad de Machu Picchu, construída en las estribaciones de los Andes peruanos por el inca Pachacuti hacia 1440, se llamaba Patallaqta, según la historiadora española Mari Carmen Martín Rubio. El nombre de Patallaqta deriva de las palabras quechúas pata (escalón) y llaqta (pueblo), y provendría del sistema de sembradíos en terrazas usado por los incas para ganar terreno a las montañas. Martín Rubio se basa para su teoría en el capítulo XXXII de la crónica de Juan de Betanzos Suma y narración de los incas, donde se menciona que el inca Pachacuti quiso ser enterrado en "sus casas de Patallaqta", centro administrativo de un territorio muy fértil aunque de escarpadas montañas. La teoría del nombre de Patallaqta no es nueva, pero según la historiadora este documento la confirma. El arqueólogo peruano Federico Kaufmann Doig tambien considera factible que Patallaqta haya sido el nombre original de Machu Picchu.

sábado, 10 de noviembre de 2012

El arado perjudicó a la gente del Neolítico


La expansión de la agricultura dañó nuestra salud
Hace unos 10.000 años, cuando muchas poblaciones humanas comenzaron a cultivar la tierra y adoptaron un modo de vida más sedentario, se produjo un descenso generalizado de la altura de los individuos y un considerable empeoramiento de su salud. Esta es la conclusión a la que llegó la antropóloga Amanda Mummert, de la Universidad de Emory, en Atlanta, que llevó a cabo el primer estudio a gran escala sobre los efectos que tuvo en nuestra especie la introducción de la agricultura.
Según señaló en la revista Economics and Human Biology, en general tendemos a asumir que tener acceso a una fuente estable de alimentos repercute positivamente en la salud. "Sin embargo, los primeros agricultores experimentaron graves deficiencias nutricionales y tuvieron muchas dificultades para adaptarse a sus nuevas condiciones, probablemente porque se volvieron dependientes de unos pocos cultivos".
Para Mummert, los asentamientos permanentes contribuyeron a extender las enfermedades infecciosas, ya fuera por su propia insalubridad o porque las comunidades convivían con sus animales domésticos. En cualquier caso, esta experta indica que este mismo fenómeno puede rastrearse en distintas zonas del mundo, desde el Sudeste Asiático a Europa, a partir de los restos obtenidos en las excavaciones arqueológicas.
El antropólogo George Armelagos, coautor del estudio, apunta que "los humanos hemos pagado un precio biológico muy alto por haber adoptado la agricultura, especialmente en lo que se refiere a la variedad de nutrientes. Incluso en la actualidad, obtenemos alrededor del 60% de nuestras calorías exclusivamente del arroz, el maíz y el trigo".