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viernes, 22 de noviembre de 2013

En marcha el biopic de J.R.R. Tolkien




 Sus obras ya han arrasado en los cines, y lo siguen haciendo con las dos entregas que todavía quedan por estrenar de El Hobbit, y ahora su figura también saltará a la gran pantalla. Hollywood trabaja en el biopic de J.R.R. Tolkien, el creador de El Señor de los Anillos. 

 Según informa Los Angeles Times, el proyecto, conocido con el título provisional de Tolkien, repasará la vida del mítico filólogo, poeta y novelista centrándose en capítulos clave de la misma como sus años de formación en el Pembroke College o cuando combatió en la Primera Guerra Mundial. La cinta intentará reflejar cómo todas esas viviencias influyeron decisivamente en él y en su obra. 

 David Gleeson, un fan confeso y enfermizo de Tolkien y gran estudioso de su obra y de todo lo que tiene que ver con la Tierra Media, ya está trabajando en el guión. La película será producida por Peter Chernin a través de su compañía Chernin Entertainment, responsable de cintas como 'El origen del planeta de los simios' o 'Cuerpos especiales', para Fox Searchlight. 

 Nacido lo que hoy es Sudáfrica en 1892 y criado en Inglaterra, su formación le permitió a Tolkien servir como especialista en signos y oficial de comunicaciones en la Gran Guerra, donde muchos de sus amigos más cercanos cayeron en combate. Una experiencia que le marcó de por vida, tanto a él como a su obra. Tras la Guerra, comenzó a trabajar en tareas docentes y llegó incluso a tener una cátedra en la Universidad de Oxford. 

 INTENTOS FALLIDOS 

 No ha habido un biopic definitivo de Tolkien, aunque en los últimos años se han puesto en marcha varios intentos estancándose en su desarrollo. Entre ellos Mirkwood (El bosque negro), una mirada fantástica a su trabajo como experto en codificación y criptógrafo durante la Segunda Guerra Mundial que se encontró con muchas dificultades para salir adelante, especialmente procedentes del entorno de los herederos del autor.

 Gleeson, director y guionista irlandés conocido por la comedia indie Cowboys and Angels, será el encargado de trazar una historia que recorra los pasajes más significativos de la vida del autor y que también refleje cómo estas experiencias fueron decisivas, entre otras influencias tan variadas como Beowulf o Richard Wagner, a la hora de dar forma a su obra. 

 Un planteamiento similar al que pudimos ver en Descubriendo Nunca Jamás (Finding Neverland) la cinta protagonizada por Johnny Depp centrada en la figura de J.M. Barrie, el creador de Peter Pan. 

 Con la trilogía de El Señor de los Anillos dirigida por Peter Jackson como punta de lanza, las películas sobre el universo de Tolkien han amasado cerca de 4.000 millones en taquilla. Una cifra que se verán considerablemente aumentada con las dos entregas que todavía restan por estrenarse de El Hobbit. La desolación de Smaug, la nueva película, se estrenará el 13 de diciembre y el 17 de diciembre de 2014, lo hará El Hobbit: Partida y regreso. Ambas dirigidas de nuevo por Peter Jackson.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Fallece a los 94 años la escritora británica Doris Lessing


 La británica Doris Lessing, una de las escritoras más influyentes del pasado siglo, ha fallecido a la edad de 94 años. 

 Autora de más de 50 novelas, durante su carrera Lessing fue galardonada con numerosos premios, entre ellos el Nobel de Literatura en 2007, el Príncipe de Asturias (2001) o el Premi Internacional de Catalunya (1999). 

 La escritora fue capaz de capturar con una obra profunda y analítica la "épica de la experiencia femenina". Así resumió su aportación a la literatura la Real Academia de las Ciencias de Suecia. 

 Doris Lessing pasó su infancia en África, en la antigua colonia bitánica de Rodesia, hoy Zimbabue. De ahí que gran parte de su obra narrativa y poética esté basada en su propia experiencia en ese país y en Inglaterra, con personajes femeninos sensibles y perceptivos que se adentran en cuestiones existenciales y exploran las contradicciones. 

 Aunque se la ha calificado de escritora feminista, Lessing, que militó en grupos de izquierdas, rechazó esa etiqueta al considerar que su obra era más bien un examen psicológico del ser humano y su entorno.

 Abandonó los estudios a los 14 años 

 Doris May Tayler nació el 22 de octubre de 1919 en Persia (actual Irán), donde se habían trasladado por trabajo sus padres, un antiguo oficial del Ejército británico que sirvió durante la I Guerra Mundial, Alfred, y una enfermera, Emily. 

 En 1925, la familia se mudó a África, donde su padre compró una granja que no fructificó y su madre se esforzó por vivir como una dama georgiana, lo que tuvo un impacto pernicioso en su hija, que la autora describió en la primera parte de su autobiografía, "Bajo mi piel" (1994). 

 Lessing, quien fue internada en una escuela de monjas, abandonó la educación formal a los catorce años y tuvo varios empleos, al tiempo que empezó a experimentar en literatura. 

 Tras trabajar de telefonista en Salisbury (actual Harare), en 1939, con 19 años se casó con el funcionario Frank Charles Wisdom, con quien tuvo un hijo, John, y una hija, Jean, y del que se divorció en 1943. 

 Dos años después contrajo matrimonio con Gottfried Lessing, un exiliado judío-alemán a quien había conocido en un grupo literario marxista, con quien tuvo otro hijo, Peter. 

 Tras divorciarse de Lessing, en 1949 la escritora se trasladó al Reino Unido con su hijo menor, dejando en Sudáfrica a los otros dos al concluir, según explicó años después, que no quería desperdiciar su intelecto en la sola labor de ser madre. 

 Comunista y crítica con el régimen sudafricano 

 Lessing militó en el Partido Comunista británico entre 1952 y 1956 y participó en campañas contra las armas nucleares. Su crítica al régimen surafricano le costó que se le vetara la entrada al país entre 1956 y 1995, y también a Rhodesia en 1956. 

 Durante las últimas décadas de su vida, Lessing ha vivido en la misma calle del londinense barrio de West Hampstead, cuidando a su hijo inválido Peter y sin abandonar su actividad literaria. 

El cuaderno dorado 

 Pese a que rechazó erigirse en portavoz del feminismo de la época, que consideraba una simplificación de la relación entre hombres y mujeres, su obra más famosa, El cuaderno dorado (1962), de marcado cariz autobiográfico, se ha convertido en un clásico de la literatura feminista por su estilo experimental y su análisis de la psique femenina. 

 Su obra es amplia y versa sobre muchos temas, desde la cuestión de la identidad en culturas ajenas hasta el umbral de la locura. 

 Además de la crítica social de sus primeros textos, considerados comunistas, como Canta la hierba (1950) o la pentalogía Hijos de la violencia, o de las investigaciones psicológicas de muchas de sus novelas, la escritora también se dedicó a la ciencia ficción con su serie Canopus en Argos, realizada entre 1979 y 1983 e inspirada en el sufismo. 

 Otros libros son La buena terrorista (1985), El quinto hijo (1988) o los que escribió bajo el pseudónimo de Jane Somers, como Diario del buen vecino (1983), con el fin de demostrar las dificultades para publicar que afrontaban los escritores noveles. 

 Lessing, que en 1999 rechazó el título de Dama del Imperio británico que concede la reina Isabel II, porque "ya no hay ningún imperio", aunque aceptó otro título menor, trabajó hasta el final de su vida escribiendo artículos, novelas, relatos y poesía.

Fuente: El Mundo



miércoles, 5 de junio de 2013

Antonio Muñoz Molina gana el Príncipe de Asturias de las Letras


El galardón distingue el compromiso literario y ensayístico del autor de obras como 'El jinete polaco', 'Sefarad' y 'Todo lo que era sólido' 

 Aunque le gusta aterrizar plácidamente y sin hacer ruido en la primavera de Madrid para ver si acaso como va adquiriendo exuberancia lo que hay plantado en su jardín; aunque sale lo justo de casa, montado en su bicicleta, sorteando el tráfico como puede y echando su ojo analítico al vuelo al tiempo que pedalea sin tregua por los azarosos tiempos que han dado lugar a su último y brillante ensayo Todo lo que era sólido (Seix Barral), hoy, Antonio Muñoz Molina, no tendrá más remedio que romper sus beligerantes treguas, sus plácidos desvelos, sus rutinas de ojo avizor para dedicarle un día a la alegría del reconocimiento. La de haber recibido esta mañana el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. 

 Ayer estaba en Lyon. Hace dos semanas, en Nueva York, donde le llegaban fuertes rumores de que este año le podía caer a él. Desde hace días, el jurado se planteaba la necesidad de otorgar el galardón a un español, 13 años después de que ningún autor en la lengua de Cervantes lo hubiera recibido, luego del guatemalteco Augusto Monterroso. 

 Según fuentes de la organización, muchos, dentro, desean que la ceremonia del próximo octubre adquiera un fuerte compromiso moral por parte de quien debe dar el gran discurso de la tarde, además del Príncipe. Y Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956), con su incuestionable mérito literario, con sus iniciales ya en la memoria, la historia reciente y el zozobrante presente de la gran nómina española de escritores de referencia, destacaba paso a paso entre las preferencias. 

 Pero con división de opiniones y la sombra de la candidatura del irlandés John Banville, otro autor fascinante. La pugna es algo que al parecer se da en el grupo que debe elegir al premiado con más frecuencia si se trata de un nombre español que si proviene de otros ámbitos. Con la mayoría a su favor ya anoche, salvo sorpresas o prontos de última hora –que nada queda descartado entre las airadas familias de las divisiones literarias en nuestro país-, Muñoz Molina se implantó esta mañana y ha recibido la noticia de su premio en tránsito, recién llegado de Francia, donde ha participado en un festival literario. 

 La obra del autor de Úbeda, se veía reconocida justamente en la inmensidad de su incansable búsqueda y ambición, en la modernidad de su vigente trascendencia desde que se diera a conocer con su primera novela, Beatus Ille, publicada en 1986, después de una recopilación periodística, El Robinson urbano, en 1984. Con la herida de la guerra comenzó su trayectoria como narrador y con esa misma herida, como le gustaría decir a su querido Miguel Hernández, ha llegado hasta La noche de los tiempos (2009), ese descomunal retrato y examen de conciencia republicano sobre el conflicto civil. 

 Pero Muñoz Molina ha querido ser un escritor profundamente español sin fronteras. Y de hecho, persigue eso en una obra maestra como Sefarad, narración abierta, texto en tránsito, aliento nómada y sin morada, sobre el drama del exilio, el autoexilio, la expulsión, las raíces, que en gran parte le valió también el pasado año –y no sin polémicas, de nuevo- el Premio Jerusalén. 

 En medio queda una fascinante indagación en la condición humana con novelas como Beltenebros, El jinete polaco, que fue su gran consagración, Plenilunio, El viento de la luna, donde rinde un emotivo homenaje a la memoria de su padre, Francisco Muñoz Valenzuela, muerto en 2004. 

 Desde hace años ha sido el miembro de la Real Academia Española más joven en ingresar en la misma. Lo hizo con 39 años. Desde hace tiempo, alterna su vida entre Madrid y Nueva York, junto a su esposa, la escritora Elvira Lindo –con quién se casó en 1994- y con la compañía por relevos de sus cuatro hijos, ya crecidos, Antonio, Arturo, Elena y Miguel. 

 Esa existencia unida por el Atlántico salpica su obra en libros como Ventanas de Manhattan o su nuevo, efervescente, polémico y duro ensayo Todo lo que era sólido, un repaso a las miserias que nos han conducido hasta el presente. El jazz, la música clásica, su pasión por The Beatles, el arte –se licenció en Historia del Arte por la Universidad de Granada-, las muy tempranas lecturas de Stevenson, de Julio Verne, las más juveniles de Borges, Onetti, las constantes recurrencias a Cervantes, a Galdós, a Joyce, a Proust, como nanas de cabecera, su enfermiza curiosidad por todo lo que se mueve le lleva a ser un articulista de referencia en medios tan dispares como Babelia o las revistas Scherzo y Muy interesante. Y lo que conforma un gusto y una personalidad narradora que nada contra y a favor de corriente por toda su obra. 

 La tranquila primavera que soñó ha dejado que se cuele por la rendija un paréntesis que quizás altere su karma hasta el otoño, cuando reciba en Oviedo de manos del Príncipe, gran admirador de su obra, el galardón, se ha visto un tanto alterada. Pero Muñoz Molina seguramente nos alumbrará el día que reciba el premio con el firme verbo de su conciencia, con el abrazo de su compromiso para encarar, si la fuerza nos acompaña, con un poco más de claridad el futuro.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Gala: «La vida es estar muriendo»



Después de llevar tiempo fuera del escaparate público y de superar con éxito un duro tratamiento, Antonio Gala apareció ayer para presentar su libro de aforismos «Quintaesencia» y lo hizo derramando humor, sinceridad y sarcasmo. «Sigo moribundo, porque la vida es estar muriendo y nada más». Un Gala «moribundo» con muy buen aspecto: buen color, ataviado con sus característico pañuelo al cuello, su bastón y cubierto con un poncho, que le daba un aire a lo Chavela Vargas; en todo caso, y como siempre, con un aspecto refinado y singular. 

 A sus 76 años, con cuatro millones de ejemplares vendidos y más de quinientos premios, decidió salir porque ha debido pensar que «la soledad se lleva mejor en compañía», como reza un aforismo de su libro.

viernes, 26 de octubre de 2012

Javier Marías rechaza el Premio Nacional de narrativa


El escritor dice que aceptar le parecería una sinvergonzonería y desvincula su decisión de la situación política actual. El autor tilda de franquista la orientación del gobierno respecto a la cultura 

 El escritor Javier Marías ha asegurado hoy que no puede aceptar el Premio Nacional de Narrativa por su novela "Los enamoramientos", debido a su "deseo de ser consecuente" con sus propias ideas y decisiones.

 "Hubiera sido una cierta sinvergonzonería aceptar este premio", ha afirmado Javier Marías en un encuentro con la prensa, horas después de que se supiera que había ganado el citado galardón y de que hubiera trascendido también que lo iba a rechazar. 

 Marías agradece "profundamente la gentileza y la generosidad" de los miembros del jurado -cuya composición desconocía- por haber tenido esta novela "en tanta consideración", pero al ser "un galardón institucional, oficial y estatal, otorgado por el Ministerio de Cultura", no le es posible aceptarlo. 

 Desde hace "muchos años" Javier Marías, uno de los escritores españoles de mayor prestigio internacional y cuya obra está traducida a más de 40 lenguas, no ha aceptado "ninguna invitación de los Institutos Cervantes, ni del Ministerio de Cultura, ni siquiera de Universidades públicas o de Televisión Española".

 "Durante todo ese tiempo he esquivado a las instituciones del Estado, independientemente de qué partido gobernara, y he rechazado toda remuneración que procediera del erario público". 

 También había dicho en varias ocasiones que "no podría aceptar premio oficial alguno", en el caso de que se lo concedieran, y eso es lo que ha hecho hoy: rechazar uno de los galardones más codiciados por cualquier novelista. 

 Marías ganó el Nacional de Traducción en 1979, "en la época del presidente Adolfo Suárez, nada menos", y mereció también el Premio de la Comunidad de Madrid en 1998, que sí aceptó. 

 Su decisión de rechazar los premios oficiales y las invitaciones institucionales la fue madurando "poco a poco" a partir de 1995, cuando lo invitaron a un Salón del Libro en París. Marías fue a invitado por el Ministerio de Cultura francés, pero no le gustó la polémica que surgió en la prensa española sobre qué escritores participaban y qué otros quedaron fuera. 

 Detrás de su rechazo a los premios e invitaciones oficiales está el deseo de Marías de que nadie pueda pensar que ha hecho su carrera gracias a subvenciones estatales. 

 Y esa actitud le llevaría también, por supuesto, a rechazar "con más razón" el Premio Cervantes, aunque no cree que haya "ninguna posibilidad" de que se lo concedieran. 

 ¿Ninguna? Marías ha contado hoy que la Real Academia Española lo ha querido proponer como candidato al Cervantes en alguna ocasión, y él les ha pedido a sus compañeros académicos que no lo votaran porque no podría aceptarlo. 

 También ha rechazado este año otro premio dotado con 15.000 euros, del que no dio más detalles. Pero sí bromeó con el hecho de que, en poco tiempo, ha rehusado 35.000 euros (el Nacional de Narrativa está dotado con 20.000) y quizá eso "no sea muy sensato" en estos tiempos que corren. 

 Según le dijeron a Marías al llamarlo desde el Ministerio para comunicarle el premio, algún miembro del jurado del Premio Nacional de Narrativa mencionó la posibilidad de que no lo aceptara, pero, opinó Marías, el jurado debió de pensar que a ellos lo que les competía era elegir el mejor libro del año y no otra cosa. 

 Él es consciente de que es una decisión insólita, pero no ha querido que le pase como a otros escritores, que "se mostraban alejados del poder", pero luego aceptaban un premio nacional. 

 "En este país hay poca memoria para lo que hicieron y nadie se lo ha afeado, y me parece bien. Pero, en mi caso, sería una cierta sinvergonzonería que yo hubiera aceptado este premio, que, además, está dotado con una cantidad decente de dinero", afirmó Marías, antes de insistir en que su postura no tiene "nada que ver con quién gobierne o deje de gobernar". 

 En su opinión "hubiera sido demagógico" decir que sí al premio y donar el dinero" para alguna obra benéfica o cultural. "Creo mejor que ese dinero lo destinen a lo que ellos quieran. Puede que lo destinen a los bancos -dijo con sorna-, pero ojalá fuera a las bibliotecas públicas", que en 2013 no recibirán dinero del estado para comprar libros, algo que tiene "indignado" a Marías . 

 Su decisión es muy antigua, pero ahora, con el gobierno del PP, podría añadir un motivo más para rechazar premios e invitaciones, el de que la cultura "es una de las esferas que han salido más perjudicadas" por el actual gobierno. 

 Marías reconoció que si no hubiera recibido premios en el extranjero, estaría "más deseoso" de que se los otorgaran en España, pero le han dado muchos fuera, y muy importantes, y eso "ha sido suficiente para su vanidad". 

 Detrás de su actitud está también el hecho de que su padre, el filósofo Julián Marías no ganara nunca el Premio Nacional. 

 "Me pareció que si él no lo había recibido, tampoco yo era merecedor", aseguró el autor de "Los enamoramientos", que tampoco entiende cómo no han ganado un premio nacional escritores de la talla de Eduardo Mendoza, Juan Benet, Gil de Biedma o García Hortelano. 

 "Confío en que no se tome mi postura como un feo o un agravio, o como un desagradecimiento. Todo escritor agradece el aprecio por su obra".