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lunes, 18 de noviembre de 2013

Fallece a los 94 años la escritora británica Doris Lessing


 La británica Doris Lessing, una de las escritoras más influyentes del pasado siglo, ha fallecido a la edad de 94 años. 

 Autora de más de 50 novelas, durante su carrera Lessing fue galardonada con numerosos premios, entre ellos el Nobel de Literatura en 2007, el Príncipe de Asturias (2001) o el Premi Internacional de Catalunya (1999). 

 La escritora fue capaz de capturar con una obra profunda y analítica la "épica de la experiencia femenina". Así resumió su aportación a la literatura la Real Academia de las Ciencias de Suecia. 

 Doris Lessing pasó su infancia en África, en la antigua colonia bitánica de Rodesia, hoy Zimbabue. De ahí que gran parte de su obra narrativa y poética esté basada en su propia experiencia en ese país y en Inglaterra, con personajes femeninos sensibles y perceptivos que se adentran en cuestiones existenciales y exploran las contradicciones. 

 Aunque se la ha calificado de escritora feminista, Lessing, que militó en grupos de izquierdas, rechazó esa etiqueta al considerar que su obra era más bien un examen psicológico del ser humano y su entorno.

 Abandonó los estudios a los 14 años 

 Doris May Tayler nació el 22 de octubre de 1919 en Persia (actual Irán), donde se habían trasladado por trabajo sus padres, un antiguo oficial del Ejército británico que sirvió durante la I Guerra Mundial, Alfred, y una enfermera, Emily. 

 En 1925, la familia se mudó a África, donde su padre compró una granja que no fructificó y su madre se esforzó por vivir como una dama georgiana, lo que tuvo un impacto pernicioso en su hija, que la autora describió en la primera parte de su autobiografía, "Bajo mi piel" (1994). 

 Lessing, quien fue internada en una escuela de monjas, abandonó la educación formal a los catorce años y tuvo varios empleos, al tiempo que empezó a experimentar en literatura. 

 Tras trabajar de telefonista en Salisbury (actual Harare), en 1939, con 19 años se casó con el funcionario Frank Charles Wisdom, con quien tuvo un hijo, John, y una hija, Jean, y del que se divorció en 1943. 

 Dos años después contrajo matrimonio con Gottfried Lessing, un exiliado judío-alemán a quien había conocido en un grupo literario marxista, con quien tuvo otro hijo, Peter. 

 Tras divorciarse de Lessing, en 1949 la escritora se trasladó al Reino Unido con su hijo menor, dejando en Sudáfrica a los otros dos al concluir, según explicó años después, que no quería desperdiciar su intelecto en la sola labor de ser madre. 

 Comunista y crítica con el régimen sudafricano 

 Lessing militó en el Partido Comunista británico entre 1952 y 1956 y participó en campañas contra las armas nucleares. Su crítica al régimen surafricano le costó que se le vetara la entrada al país entre 1956 y 1995, y también a Rhodesia en 1956. 

 Durante las últimas décadas de su vida, Lessing ha vivido en la misma calle del londinense barrio de West Hampstead, cuidando a su hijo inválido Peter y sin abandonar su actividad literaria. 

El cuaderno dorado 

 Pese a que rechazó erigirse en portavoz del feminismo de la época, que consideraba una simplificación de la relación entre hombres y mujeres, su obra más famosa, El cuaderno dorado (1962), de marcado cariz autobiográfico, se ha convertido en un clásico de la literatura feminista por su estilo experimental y su análisis de la psique femenina. 

 Su obra es amplia y versa sobre muchos temas, desde la cuestión de la identidad en culturas ajenas hasta el umbral de la locura. 

 Además de la crítica social de sus primeros textos, considerados comunistas, como Canta la hierba (1950) o la pentalogía Hijos de la violencia, o de las investigaciones psicológicas de muchas de sus novelas, la escritora también se dedicó a la ciencia ficción con su serie Canopus en Argos, realizada entre 1979 y 1983 e inspirada en el sufismo. 

 Otros libros son La buena terrorista (1985), El quinto hijo (1988) o los que escribió bajo el pseudónimo de Jane Somers, como Diario del buen vecino (1983), con el fin de demostrar las dificultades para publicar que afrontaban los escritores noveles. 

 Lessing, que en 1999 rechazó el título de Dama del Imperio británico que concede la reina Isabel II, porque "ya no hay ningún imperio", aunque aceptó otro título menor, trabajó hasta el final de su vida escribiendo artículos, novelas, relatos y poesía.

Fuente: El Mundo



miércoles, 5 de junio de 2013

Antonio Muñoz Molina gana el Príncipe de Asturias de las Letras


El galardón distingue el compromiso literario y ensayístico del autor de obras como 'El jinete polaco', 'Sefarad' y 'Todo lo que era sólido' 

 Aunque le gusta aterrizar plácidamente y sin hacer ruido en la primavera de Madrid para ver si acaso como va adquiriendo exuberancia lo que hay plantado en su jardín; aunque sale lo justo de casa, montado en su bicicleta, sorteando el tráfico como puede y echando su ojo analítico al vuelo al tiempo que pedalea sin tregua por los azarosos tiempos que han dado lugar a su último y brillante ensayo Todo lo que era sólido (Seix Barral), hoy, Antonio Muñoz Molina, no tendrá más remedio que romper sus beligerantes treguas, sus plácidos desvelos, sus rutinas de ojo avizor para dedicarle un día a la alegría del reconocimiento. La de haber recibido esta mañana el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. 

 Ayer estaba en Lyon. Hace dos semanas, en Nueva York, donde le llegaban fuertes rumores de que este año le podía caer a él. Desde hace días, el jurado se planteaba la necesidad de otorgar el galardón a un español, 13 años después de que ningún autor en la lengua de Cervantes lo hubiera recibido, luego del guatemalteco Augusto Monterroso. 

 Según fuentes de la organización, muchos, dentro, desean que la ceremonia del próximo octubre adquiera un fuerte compromiso moral por parte de quien debe dar el gran discurso de la tarde, además del Príncipe. Y Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956), con su incuestionable mérito literario, con sus iniciales ya en la memoria, la historia reciente y el zozobrante presente de la gran nómina española de escritores de referencia, destacaba paso a paso entre las preferencias. 

 Pero con división de opiniones y la sombra de la candidatura del irlandés John Banville, otro autor fascinante. La pugna es algo que al parecer se da en el grupo que debe elegir al premiado con más frecuencia si se trata de un nombre español que si proviene de otros ámbitos. Con la mayoría a su favor ya anoche, salvo sorpresas o prontos de última hora –que nada queda descartado entre las airadas familias de las divisiones literarias en nuestro país-, Muñoz Molina se implantó esta mañana y ha recibido la noticia de su premio en tránsito, recién llegado de Francia, donde ha participado en un festival literario. 

 La obra del autor de Úbeda, se veía reconocida justamente en la inmensidad de su incansable búsqueda y ambición, en la modernidad de su vigente trascendencia desde que se diera a conocer con su primera novela, Beatus Ille, publicada en 1986, después de una recopilación periodística, El Robinson urbano, en 1984. Con la herida de la guerra comenzó su trayectoria como narrador y con esa misma herida, como le gustaría decir a su querido Miguel Hernández, ha llegado hasta La noche de los tiempos (2009), ese descomunal retrato y examen de conciencia republicano sobre el conflicto civil. 

 Pero Muñoz Molina ha querido ser un escritor profundamente español sin fronteras. Y de hecho, persigue eso en una obra maestra como Sefarad, narración abierta, texto en tránsito, aliento nómada y sin morada, sobre el drama del exilio, el autoexilio, la expulsión, las raíces, que en gran parte le valió también el pasado año –y no sin polémicas, de nuevo- el Premio Jerusalén. 

 En medio queda una fascinante indagación en la condición humana con novelas como Beltenebros, El jinete polaco, que fue su gran consagración, Plenilunio, El viento de la luna, donde rinde un emotivo homenaje a la memoria de su padre, Francisco Muñoz Valenzuela, muerto en 2004. 

 Desde hace años ha sido el miembro de la Real Academia Española más joven en ingresar en la misma. Lo hizo con 39 años. Desde hace tiempo, alterna su vida entre Madrid y Nueva York, junto a su esposa, la escritora Elvira Lindo –con quién se casó en 1994- y con la compañía por relevos de sus cuatro hijos, ya crecidos, Antonio, Arturo, Elena y Miguel. 

 Esa existencia unida por el Atlántico salpica su obra en libros como Ventanas de Manhattan o su nuevo, efervescente, polémico y duro ensayo Todo lo que era sólido, un repaso a las miserias que nos han conducido hasta el presente. El jazz, la música clásica, su pasión por The Beatles, el arte –se licenció en Historia del Arte por la Universidad de Granada-, las muy tempranas lecturas de Stevenson, de Julio Verne, las más juveniles de Borges, Onetti, las constantes recurrencias a Cervantes, a Galdós, a Joyce, a Proust, como nanas de cabecera, su enfermiza curiosidad por todo lo que se mueve le lleva a ser un articulista de referencia en medios tan dispares como Babelia o las revistas Scherzo y Muy interesante. Y lo que conforma un gusto y una personalidad narradora que nada contra y a favor de corriente por toda su obra. 

 La tranquila primavera que soñó ha dejado que se cuele por la rendija un paréntesis que quizás altere su karma hasta el otoño, cuando reciba en Oviedo de manos del Príncipe, gran admirador de su obra, el galardón, se ha visto un tanto alterada. Pero Muñoz Molina seguramente nos alumbrará el día que reciba el premio con el firme verbo de su conciencia, con el abrazo de su compromiso para encarar, si la fuerza nos acompaña, con un poco más de claridad el futuro.

jueves, 13 de septiembre de 2012

La Federación Española de Bancos de Alimentos, Premio Príncipe de Asturias


Se ha impuesto en la votación final del jurado a los otros dos finalistas, Plan International y la Organización Internacional de Teletones (Oritel). Había candidaturas de diecinueve nacionalidades. La Federación Española de Bancos de Alimentos dedicará el importe íntegro del premio (50.000 euros) a la compra de alimentos. 

 La Federación Española de Bancos de Alimentos ha obtenido este miércoles el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2012 como exponente de un "esfuerzo internacional solidario para aliviar algunas de las necesidades más apremiantes de la población, hoy agudizadas por la crisis económica". 

 El fallo del jurado, emitido este mediodía en el Hotel de la Reconquista de Oviedo, reconoce esta concesión a la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL), que se impuesto en la votación final a los otros dos finalistas, Plan International y la Organización Internacional de Teletones (Oritel). 

 Treinta y cuatro candidaturas de diecinueve nacionalidades aspiraban al premio, el último de los ocho galardones internacionales que convoca anualmente la Fundación que lleva el nombre del heredero de la corona española. 

 Los integrantes del jurado han valorado que "los donantes de alimentos y los voluntarios y organizaciones que los canalizan constituyen ejemplos decisivos y generosos de este esfuerzo altruista en favor de los demás", según recoge el acta. 

 Integrada en la Federación Europea de Bancos de Alimentos, que aglutina un total de 204 bancos de 21 países, la premiada se creó en 1996 para coordinar las actividades de estas organizaciones benéficas sin ánimo de lucro existentes en toda España. 

 La Federación Española de Bancos de Alimentos dedicará el importe íntegro del premio (50.000 euros) a la compra de alimentos para repartir entre los más necesitados, según ha asegurado el presidente de la Federación, José Antonio Busto, quien ha señalado que con ese dinero se pueden adquirir 50.000 kilos de alimentos. 

 Voluntarios en toda España 

 Este organismo cuenta con 52 sedes provinciales en las cuales cerca de 2.000 voluntarios impulsan sus actividades de redistribución de comida, que en 2011 llegó a más de un millón de españoles. La preside José Antonio Busto desde 2010 y distribuyó, en 2011, 104 millones de kilos de alimentos a 1,3 millones de españoles. 

 Además de los citados voluntarios, unas 3.000 empresas privadas colaboran con la federación, así como diversas entidades bancarias. 

 La FESBAL se fundó en 1996 a instancias de los Bancos de Alimentos de España y se encarga de coordinar las actividades de estas entidades que, basadas en el voluntariado, recuperan los excedentes alimentarios y los distribuyen a los más necesitados. 

 Los otros dos finalistas han sido Plan International, convertida desde su nacimiento en 1937 en una organización global que ayuda directamente a más de 1.500.000 niños en 50 países en vías de desarrollo, y la Organización Internacional de Teletones (ORITEL), que aglutina a las fundaciones que organizan telemaratones solidarios en trece países latinoamericanos. 

 Otras candidaturas 

 Además, entre las candidaturas aspirantes al Premio de la Concordia figuraban Sylvia Earle, la Fundación Charles Darwin, la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) y World Monuments Fund.  

 Los países procedentes de las 34 propuestas son Alemania, Bangladesh, Canadá, Colombia, Cuba, Ecuador, Egipto, Emiratos Árabes, Estados Unidos, Francia, Irlanda, Israel, Nicaragua, Países Bajos, Palestina, Reino Unido, Sierra Leona, Turquía y España. 

 Este galardón se concede a aquellas personas cuya labor contribuyan de forma relevante al fomento de la paz, la defensa de los derechos humanos, la libertad, la solidaridad, la protección del patrimonio y en general el progreso de la humanidad. 

 El jurado, que como es habitual en este premio ha estado integrado en su mayor parte por miembros de los patronatos de la Fundación Príncipe de Asturias, incluye la presencia del presidente del Principado, Javier Fernández; el exministro Rodrigo Rato, el expresidente de la Fundación Príncipe de Asturias, José Ramón Álvarez Rendueles; la empresaria Alicia Koplowitz y el alcalde de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo. 

 El galardón, dotado con una escultura de Joan Miró, 50.000 euros en metálico, un diploma y una insignia, recayó en "los héroes de Fukushima el año pasado y con anterioridad en Manos Unidas, Stephen Hawking, las comunidades sefardíes, Médicos sin Fronteras y Médicus Mundi, la Fundación Americana para la Investigación del Sida, Mensajeros de la Paz y el Rey Hussein I de Jordania. 

 Éste es el último de los ocho Premios Príncipe de Asturias que se conceden y que este año cumplen su 32 edición, en la que han sido otorgados el de las Artes al arquitecto español Rafael Moneo, el de Ciencias Sociales a la filósofa estadounidense Martha C. Nussbaum, y el de Comunicación y Humanidades al diseñador de vídeo-juegos japonés Shigeru Miyamoto. 

 Además, el de Investigación Científica y Técnica al biólogo británico Gregory Winter y al patólogo estadounidense Philip Roth, el de Cooperación Internacional al Movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y el de los Deportes a los futbolistas Íker Casillas y Xavi Hernández.