jueves, 3 de noviembre de 2011

Una burbuja para árabes y judíos


El coreógrafo Arkadi Zaides reúne a bailarines israelíes de ambos orígenes


El coreógrafo y bailarín Arkadi Zaides tenía 11 años cuando abandonó Bielorrusia y emigró con sus padres a Israel. Desde entonces -ahora tiene 32- intenta entender qué pasa en el país sin tomar partido. El resultado de este ejercicio de comprensión no puede explicarse con palabras, sino con movimientos. Zaides presentará mañana y el jueves 3 en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, en la Sala Manuel García, su obra Quiet, una de las grandes apuestas de la programación del Mes de Danza 18. El espectáculo, de 2010, trata el tema de la comunicación y los bailarines son árabes y judíos.

"Mi punto de partida es una pregunta: ¿Por qué es tan dificil la comunicación entre las dos comunidades en la vida real? El estudio es una burbuja. Es sorprendente lo que pasa sobre el escenario, pero la realidad fuera es muy diferente", explicó ayer Arkadi Zaides, quien actuó por primera vez en España el pasado fin de semana, también dentro del Mes de Danza, con su coreografía Sólo siento. La pieza, un solo, es una colaboración con el video-artista Shira Miasnik y materializa la búsqueda de paz interior a través de la danza, el vídeo y las sombras. Gracias al vídeo, las sombras interactúan con la sombra real del bailarín.

Zaides, que ha pasado por las compañías Danza Batsheva y Yasmeen Godder, trabaja como coreógrafo independiente desde 2004 y cuenta con distintos equipos para cada proyecto. El coreógrafo, que vive y trabaja en Tel Aviv, recibió en 2008 el Premio al Joven Artista del Año que otorga el Ministerio de Cultura israelí y, en 2010, fue galardonado con el Premio Kurt Jooss por su pieza Sólo Colores.

"Estoy convencido de que el arte es el camino más importante para la comunicación. Tanto la danza, como la música, van más allá de las palabras, se dirigen a los sentimientos, a las sensaciones. Es la mejor forma para comunicarse entre los que se sienten extraños, por eso el entendimiento es más fácil en el arte que en la vida cotidiana o en la política", argumenta el creador, quien ha firmado ocho coreografías, tres de ellas de más de una hora de duración.

Arkadi Zaides, que ha sido director artístico del New Dance Project, en el Centro de Arte Arena en Jerusalén, junto con el coreógrafo Anat Danieli, lleva años trabajando con la comunidad árabe en Israel. "Cuando yo empecé a trabajar en las villas del norte de Israel no sabía nada de la Fundación Barenboim-Said [un proyecto que nació en Andalucía para crear un puente entre jóvenes músicos judíos, musulmanes y cristianos], lo supe algo después. Desde luego, la fundación tiene una escala mucho mayor que lo que yo hago, pero vamos en el mismo sentido", afirma.

Quiet, que en España podrá verse también en Bilbao, cuenta con la colaboración artística de Joanna Lesnierowska y la interpretación de Yuval Goldstein, Mohammad Mugrabi, Ofir Yudilevitch y el propio Arkadi Zaides. La escenografía es de Klone.

"Para cada producción trabajo con gente distinta y siempre parto de la improvisación. Me interesa lo que puede aportar cada persona y lo incorporo al espectáculo. Por ejemplo, en Quiet uno de los bailarines viene del judo y el otro de la capoeira. Yo no le doy las pautas para los movimientos, al contrario, me apropio de las suyas. Me gusta ver lo que el cuerpo de cada persona puede dar. En esta pieza todo empezó con el sonido de las olas y la interpretación que cada uno le dio al sonido. A partir de ahí comienza el trabajo", desvela el coreógrafo.

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