Tomar entre dos y tres tazas puede llegar a reducir un 10% la probabilidad de fallecer. El trabajo plantea ciertas limitaciones, como reconocen sus autores
Un estudio publicado en el New England Journal of Medicine relaciona el consumo del café con una mayor esperanza de vida. Elaborado a partir de una encuesta y el seguimiento de 229.119 hombres y 173.141 mujeres de entre 50 y 71 años, los resultados plantean que entre dos y tres tazas diarias (no discrimina entre el normal y descafeinado) reducen el riesgo de muerte en un 10%. También expone un efecto protector frente a enfermedades cardíacas, respiratorias, diabetes o infecciones, pero no ante procesos tumorales. El trabajo, elaborado por el Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos, matiza sus propios resultados por la naturaleza del estudio ya que, debido a su carácter observacional, “no es posible concluir que exista una relación de causa efecto entre el consumo de café y la mortalidad”.
De hecho, las primeras conclusiones inducían a pensar lo contrario, a partir de la información recabada entre 33.731 hombres y 18.784 mujeres fallecidos entre 1995 y 2008. Los datos indicaban que existía un mayor riesgo de morir entre los consumidores de café. Sin embargo, esta relación estaba mediatizada por el hecho de que estas personas también fumaban más, y ahí estaba el riesgo de fallecer antes: en el tabaco.
Tras eliminar esta distorsión, lo que se observó es que la relación era inversa. El café tenía propiedades protectoras en la mayoría de las enfermedades más comunes, excepto los tumores. Sobre todo entre quienes tomaban entre dos y tres tazas, pero también quienes tomaban cuatro o cinco, con tasas que también se movían en la horquilla del 10%.
Las conclusiones del trabajo no solo hay que tomarlas con precaución por la metodología de la recogida de datos. En lugar de la observación de un grupo, siempre es más preciso elaborar un estudio aleatorio, en el que se compara una población con otra. Por ello, el propio estudio plantea la posibilidad de que las conclusiones pueden ser casuales.
Pero además, admite que la información sobre el consumo de café (siempre en Estados Unidos, menos concentrado que en España) se obtuvieron en una encuesta al comenzar el trabajo por lo que reflejan los hábitos (número de tazas, con o sin cafeína, forma de prepararlo) en un momento dado, no a lo largo del periodo de observación. En cualquier caso, los impulsores del estudio sostienen que los resultados sí sirven para reforzar la idea de que el café no afecta negativamente a la salud.
La controversia sobre los efectos del café en la salud es un tema relativamente recurrente en la literatura científica. Son conocidas sus propiedades laxantes y los beneficios de los antioxidantes que contiene. Pero también sus efectos hipertensivos, por lo que se desaconseja (entre otros motivos) en personas con serios problemas cardiovasculares. Además, mientras la Organización Mundial de la Salud incluye al café entre las sustancias posiblemente cancerígenas para humanos por su vinculación con el cáncer de vejiga, también admite que los efectos pueden ser inversos en el caso del tumores del intestino grueso.
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