No se conocen sus nombres, a algunos se les ha visto en imágenes en plena tarea, pero, en la historia de Japón, son los «héroes de Fukushima», el grupo de hombres y mujeres que trabajaron en la emergencia nuclear causada por el tsunami que asoló el noroeste de Japón el pasado 11 de marzo. Ayer fueron galardonados con el «Príncipe de Asturias» de la Concordia. Un jurado presidido por el jefe del Gobierno asturiano, Francisco Álvarez-Cascos, valoró su «ejemplo de coraje ante la adversidad, sentido del deber, defensa del bien común y conciencia cívica».
El jurado considera que este grupo de personas «representa los valores más elevados de la condición humana, al tratar de evitar con su sacrificio que el desastre nuclear provocado por el tsunami multiplicara sus efectos devastadores, olvidando las graves consecuencias que esta decisión tendría sobre sus vidas».
Como consecuencia del terremoto y posterior maremoto de Japón del pasado mes de marzo, que causó unos 28.000 muertos y 350.000 desplazados, la central nuclear de Fukushima sufrió graves daños, que provocaron explosiones de hidrógeno y la fusión del combustible nuclear, provocando además varios muertos y heridos por radiación entre los operarios de la central. La Agencia Internacional de la Energía Atómica y el Gobierno japonés situaron los niveles de alerta iniciales entre el 5 y el 6, en una escala de 7, y finalmente en el 7, al igual que tras el accidente de Chernobil.
Los trabajos en la central fueron realizados por tres grupos de personas. Uno de ellos fue el formado por empleados de la Tokyo Electric Power Company (Tepco), operadora de la central. De sus 130 trabajadores, 50 se presentaron voluntarios, así como algunos empleados ya jubilados o próximos a la jubilación. Al aumentar las rotaciones y las necesidades de personal, se hicieron nuevas contrataciones. Hasta el 3 de mayo, ya habían intervenido en la central 1.312 operarios. Un segundo grupo estuvo formado por bomberos procedentes de varias prefecturas, especialmente de Tokio, y el tercero fueron las Fuerzas Armadas de Japón. En todos los casos, sus trabajos para el enfriamiento de los reactores, de acotamiento de la zona de exclusión y de evacuación de la población en los momentos en los que los reactores emitían dosis muy altas de radiación, fueron determinantes para el control de la situación.
Aún hoy, más de 3.300 empleados de Tepco trabajan contra el reloj para lograr el estado de «parada fría» de la planta en enero de 2012 y estabilizar así los inestables reactores, según confirmó a «Efe» un portavoz de la compañía.
La candidatura fue propuesta por Josep Piqué, presidente de la Fundación Consejo España-Japón, y apoyada, entre otros, por el embajador de España en Japón, Miguel Ángel Navarro, y por el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón. El presidente de la Fundación Príncipe y miembro del jurado, Matías Rodríguez Inciarte, habló telefónicamente con el embajador de Japón en España, Fumiaki Takahasi, quien abandonará España a principios de octubre, por lo que probablemente será su sustituto quien asista a la entrega de los premios el próximo 21 de octubre en el teatro Campoamor de Oviedo. La Embajada japonesa expresó su agradecimiento por el reconocimiento a este colectivo. La Fundación quiere que un grupo representativo de estos héroes esté presente en la ceremonia.
Los Príncipes de Asturias enviaron un telegrama de felicitación al embajador, en el que reconocen «el extraordinario y admirable sacrificio de quienes, voluntariamente, han expuesto sus propias vidas para evitar una catástrofe medioambiental y humana de alcance mundial, en un gesto de valentía y solidaridad excepcionales».
En el acta, el jurado también destaca la respuesta «serena y abnegada del conjunto de la sociedad japonesa». La candidatura se impuso a las otras finalistas, entre ellas la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se celebró el pasado mes en Madrid y muy apoyada desde la capital española por Antonio María Rouco. La organización de la Jornada felicitó ayer a los premiados, según informa «Europa Press».
El coordinador general y obispo auxiliar de Madrid, César Franco, declaró que «haber sido propuesto para un galardón que ejemplifica los mejores valores de la humanidad ha sido un honor». «Ya es un premio que se haya pensado en la JMJ de Madrid», añadió.
Había treinta miembros en el jurado, pero sólo tres mujeres: Alicia Koplowitz, empresaria; Carmen Moriyón, alcaldesa de Gijón, y María del Pino, presidenta de la Fundación Rafael del Pino. Al menos, las dos primeras defendieron con firmeza la candidatura de los «héroes de Fukushima». «Era mi preferida. Me parece que en los tiempos que corren la reacción de este grupo humano ante la tragedia, en este caso nuclear, de poner por delante la vida de los demás antes que la suya propia pone de manifiesto los más altos valores humanos», declaró Moriyón a LA NUEVA ESPAÑA.
«Es el ejemplo que nos ha dado el pueblo japonés, la concordia en sentido amplio. El civismo con el que el pueblo reaccionó ante una adversidad absolutamente imprevista como el maremoto y después todas las consecuencias del tsunami sembró una gran concordia y significa que el pueblo japonés se dejó llevar del espíritu de generosidad y solidaridad humanas fundamentales para que los ciudadanos vivan en paz y armonía», subrayó Fernando de Almansa, antiguo jefe de la Casa del Rey.
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