jueves, 29 de septiembre de 2011

Mauricio Hatchwell, empresario y luchador contra el antisemitismo


Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, lideró la Federación Sefardí de España

La democracia no ha garantizado en España la superación de la judeofobia, cuyo espantajo enarbolaba el dictador Franco cada vez que oía voces contra su régimen filonazi y nacionalcatólico. Lo llamaba el contubernio judeo-masónico-comunista internacional, y todavía persisten las consecuencias. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas, la mitad de los escolares no querrían tener como compañero de pupitre a un niño judío, a pesar de que no podrían reconocerlo por el aspecto. Otra consecuencia es que España es, aún hoy, uno de los pocos países occidentales que no castiga en su Código Penal las expresiones violentas contra lo judío.

Estas circunstancias, entre otras muchas, disgustaban sobremanera a Mauricio Hatchwell Toledano, empresario de proyección mundial en ámbitos de petróleo, cementos y otras materias primas; gran mecenas internacional; judío de confesión y de militancia, y fundador y primer presidente del Comité Internacional Judío Sefarad, entre otras muchas actividades. Hatchwell falleció ayer en Madrid. Había nacido en Casablanca (Marruecos) en 1940 y estaba casado con Monique Altaras, con quien tuvo tres hijos. En el mundo empresarial destaca como fundador en 1971 y presidente hasta ahora de Excem Grupo, cuya división de cemento ha construido en 35 años una sólida red internacional de alianzas y figura como el mayor trader independiente del sur de Europa.

Entre sus iniciativas empresariales y culturales en España, cabe destacar la presidencia de la Federación Sefardí y sus labores de mecenazgo con diversas universidades y fundaciones, actividad que realizaba también en el extranjero. Hatchwell Toledano era, además, un miembro muy activo de los círculos culturales, académicos, empresariales y sociales en Francia, Israel, China y EE UU, ostentando diversos puestos en órganos de gobierno de varias instituciones académicas en esos países. Entre otros reconocimientos especiales, Hatchwell recibió en 1995 el premio Jerusalén 3000 (concedido por el primer ministro Isaac Rabin, asesinado poco después); la encomienda de número de la Orden de Mérito Civil, concedida en 1999 por el Gobierno de España, y el premio Principe de Asturias de la Concordia en 1990.

Residente a miles de kilómetros de Israel, Hatchwell vivía el enconado conflicto de Oriente Próximo como si fuera suyo. Le ocurría como a buena parte de la comunidad judía en España. Son ellos los que sufren en carne propia el antisemitismo que suscita en Europa el desigual combate, tantas veces sangriento, entre israelíes y palestinos.

Hatchwell nunca calló ante lo que consideraba brotes de antisemitismo. Su proyección internacional y su carácter muchas veces combativo y siempre sincero hacían sonadas algunas de sus opiniones. Lo demostró cuando alzó la voz con severidad contra el presidente Zapatero, acusando al Gobierno de antisemita. Ocurrió en 2006 en un desayuno del Foro Nueva Economía, con el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, como orador invitado, al que Hatchwell manifestó "la indignación" de los judíos españoles por unas declaraciones realizadas en la víspera por el presidente, en las que criticaba el uso de "una fuerza desproporcionada y abusiva" por parte de Israel en el conflicto de aquel año en Líbano.

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