viernes, 8 de junio de 2012

Las fantasías más turbadoras de las celebridades


Un libro recopila la vida erótica de cientos de personajes como Kafka, Edison, Joyce, Dalí, Cleopatra, Mata Hari, Elvis y Castro

 Thomas Edison, cuando iba al teatro, hablaba con su novia en morse con los dedos sobre sus muslos desnudos, el escritor James Joyce pedía bragas aromatizadas de prostitutas y Patti Smith se masturbaba mientras escribía. Éstas son algunas de las mil fantasías eróticas que ha reunido la escritora mallorquina Roser Amills en un libro.
 Un libro que, bajo el título «Las 1.001 fantasías más eróticas y salvajes de la historia», editado por Entre Paréntesis, agrupa, con mucho sentido del humor y mucha documentación, cientos de fantasías de personajes célebres, escritores, políticos, artistas, actores y actrices, algunos ya muertos, pero también vivos.
 Albert Einstein, Marilyn Monroe, Warren Beatty, Fernando Sánchez Dragó, Jorge Luis Borges, Rosa Regás, Julio Iglesias, Madonna, Eva Longoria, Naomi Campell y Courtney Love cruzan su sueños y deseos más húmedos en este libro con Juan Ramón Jiménez, Fidel Castro, Hitchcok, Hitler, Ava Gardner, Cleopatra, María Félix, Frida Kahlo y Amy Winehouse.
 Un libro que empezó a tomar cuerpo (nunca mejor dicho) en la poeta y narradora Roser Amills (Algaida, 1974) cuando trabajaba y recababa información para un poemario sobre erotismo. «Comencé a buscar en archivos, libros, vídeos, películas y biografías y vi que el tema era fascinante y daba para mucho porque cada historia era más divertida», explica la autora de este curioso libro que ha escrito bajo la premisa de Luis Buñuel que decía: «La imaginación no delinque».
 En el apartado de fantasías «caníbales» destacan la de Salvador Dalí, a quien fascinaba la cocina, que consideraba un orgasmo más. «El canibalismo es una de las manifestaciones más evidentes de la ternura», dejó escrito; no en vano soñaba con empequeñecer a Gala como una oliva para tragársela.
 A la espía por excelencia, Mata Hari, su marido le arrancó un pezón de un mordisco, no se sabe si en un ataque de ira, pasión o muerto de celos por un afán erótico-caníbal. Y en la especialidad de fetichismos varios se llevan la palma Boris Vian, que escribía su nombre con esperma, o el romántico Bécquer, que soñaba con hacerlo con la virgen desnuda en el cementerio. También Cleopatra, quien, de voraz apetito, cuenta la leyenda que fue capaz de practicar felaciones a miles de hombres incluyendo a cien romanos en una sola noche, y Kafka, quien tenía obsesión por masturbarse en el cuarto de baño.
 Y mirando por la mirilla de puertas más actuales el lector se va a encontrar con una Eva Longoria a la que estimula ser atada con pañuelos de seda, y a Madonna, Tarantino, Naomi Campbell y Marilyn Manson, que se mueren por chupar los pies.
 Entre otras especialidades o manías se descubren la del rey del rock Elvis Presley, que se movía entre voyeurismo, parejas copulando y encuentros sáficos, y la de Fidel Castro, quien siente debilidad por las prostitutas con citas muy privadas y clandestinas.
 El libro recoge un innumerable anecdotario de cientos de casos, como Michael Douglas, que padece «satiriasis», que, durante los rodajes, se pone preservativo incluso en las escenas sin sexo y que se masturba entre escenas. También de circunstancias extrañas, cuando menos, como la de Djuna Barnes, que primero se lo hizo con la abuela y luego con el padre, o la de Ramón Gómez de la Serna, con su hijastra alegre.
 Maupassant también lo tenía claro: «Para que se me levante, me basta con pensarlo». Orgías y mucho sexo bisexual se dan cita en María Félix, Tamara Lempicka, Leonardo da Vinci, Bowie, Greta Garbo y Gabriela Mistral.

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